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Vivió en el recuerdo de esos oscuros ojos vueltos luceros en el caos de sus emociones.

Dirigió el camino a casa con el corazón, desbordando su inconsistente latir, inyectando la hormona más intranquila en su sistema, despertando cada pequeño y nuevo sentido, atento a todo.

Mantuvo esa mirada seria, sucio, lleno de polvo y sangre que impropia, con los labios fruncidos cada que no había más indicaciones. Comunicaba sus planes de forma precisa, siendo conciso, delegando responsabilidades a quienes mejores creía capaces.

Evaluó los riesgos en ese momento.

Gracias al doctor y su acertado movimiento con el vehículo, tuvo la disponibilidad de adentrar a cada uno de los supervivientes restantes. Subió a los abuelos, quienes asustados lo recibieron con lágrimas en los ojos.

Sabía que volvería ⸺había dicho la mujer mayor, teniendolo entre sus brazos, besando su mejilla ⸺. Siempre confíe en usted.

Jamás los dejaría ⸺respondió entonces ⸺. Por favor, acompáñeme al autobús. Tenemos que apurarnos.

Con dificultad llevó a cada uno de los sobrevivientes al interior del vehículo, angustiado por la cantidad de sonámbulos fuera del conducto creado. La lona fue destruida tras el impacto y los cristales se encontraban repartidos por el suelo, pero aquellas partes metálicas restantes mantuvieron lejos a los monstruos hasta cierto punto. Afortunadamente, después de tan ruidosos gritos y variedad de patadas, golpes y la protección de los recursos como de las vidas, se despidieron de su segundo refugio desde la caída del mundo.

El trayecto fue tan irregular y arriesgado como lo fue la primera vez, segunda y tercera. Inconsistente. Sentía una desastrosa canción narrando la falta de posibilidades para mantenerse con vida. Porque él, incluso ahí, rodeado de tanta gente a la que quería proteger, mirando a los temerosos niños llorando, pensaba que tan probable era morir en ese momento. Convertirse en una de esas cosas.

Un estruendo le hizo girar la mirada de la puerta trasera al parabrisas, sus esmeraldas se centraron con confusa claridad en el camión sin control, conduciendo hasta estrellarse con una veterinaria. A pesar de la velocidad con la que el doctor llevaba el volante, pudo notar la presencia de una mujer siendo atacada desde adentro por una jovencita sonámbula. Lamentó con horror la interrumpida vida de aquellos faltos de experiencias humanas en la tierra. Cosa que le llamó a observar a los gemelos y el vientre de la mujer.

Aquellos tres no vivirían cientos de cosas que él tuvo la oportunidad de vivir.

⸺¡Estamos llegando, Park! ⸺gritó el doctor, la frente le sudaba.

No, se encargaría de que sus experiencias fueran lo más normales posible a las suyas.

No tenía idea de lo que ocurría, pero algo ya había aceptado. El mundo no volvería a ser el mismo. Si la zona protegida por militares, doctores, con equipo y helicópteros había caído, no los salvarían.

¿Qué iba a hacer él siendo un simple detective de homicidios?

Todo lo posible.

Caminó a la altura del doctor, agachando su torso mientras con la derecha se sostenía del tubo más cercano. Desde la distancia del autobús logra ver sonámbulos vagando. Aquellos parecen notarlos, pero no se preocupa tanto al respirar nuevamente, detectando los dos autobuses estacionados en hilera junto al barandal de la explanada que protegía a los residentes de caer al estacionamiento. Sin manchas de sangre, ventanas rotas, ningún desperfecto. Según él, en aquel momento, pues al acercarse cada vez más, fue testigo de los sonámbulos que salían corriendo del primer autobús al exterior para perseguirlo.

Deadpoint | jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora