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El señor Taegeon se fue sin contratiempos. Descansó en paz cerrando los ojos a pesar de la infección cubriendo parte de su cuello y casi todo su pecho. Jungkook le comentó al detective parecerle peculiar la marca creada por la mordida, según su criterio médico ante la situación, era normal con el extraño virus que cubría el mundo, esperar lo que fuese referente a lo que habían estado observando. Sin embargo, el color y las venas varicosas extendidas por su brazo, torso y cuello, no parecían ser el proceso exacto para convertirse.

Jimin quería ver de cerca, como en ese tiempo desde que su mundo comenzó a morir, como moría una persona, volviéndose una de aquellas bestias, proclamadas sonámbulos. No lo había pensado bien hasta ese momento, sosteniendo la daga frente al rostro pálido del hombre, que existían en ese momento tres diversidades en los infectados. ¿Podían haber más? ¿De dónde vinieron las clivias? ¿Cómo se hicieron los sonámbulos y resucitados? Porque podían identificarlos luego de observarlos y nombrarlos, pero él quería hacerlo más.

Quería conocer al enemigo, para acabar con él y si este era más fuerte, sobrevivir a pesar de él.

Contaron los treinta segundos con las indicaciones silenciosas del rubio, indicándole una distancia prudente con su dedo al doctor. No debía interferir y tendría que actuar contra él si era mordido. Jimin mantuvo los ojos bien abiertos para la resurrección, mientras el pelinegro mantenía su mirada en otro lado, demasiado nervioso de ver al hombre que le había mantenido ocupado. Al segundo treinta y tres, juntaron ambos las cejas. No quiere alertar al sonámbulo o resucitado, hacer un ruido demasiado alto que lo provoque para una reacción agresiva.

Siente a Jungkook acercarse desde atrás, se mantiene a los pies de la cama, señala con la mirada del pelinegro encima suya a su oído. Parece que el doctor le entiende cuando lo señala de vuelta. Le está diciendo "haz un sonido" y luego su palma se posiciona en dirección al colchón, bajando de su pecho a la altura de su cadera; "haz un sonido, pero bajo".

Tiene la mirada nuevamente sobre el difunto Taegeon, este sigue inmóvil, su frente a escasos centímetros de la daga. Para ese momento, habían pasado al rededor de cinco minutos que parecieron eternos y no había movimiento alguno. Era imposible que el hombre fuera inmune a la mordida, porque esta había reaccionado en su cuerpo. Luego escucha en su lado derecho, un tenue silbido, más parecido a empujar el aire de sus labios. Por alguna razón, su cabeza no se supo centrar, recordó una vieja pelicula de un niño y su amigo vampiro.

El cuerpo no reacciona al sonido y el doctor repite aquel, una vez más, otra. Baja la daga para analizarlo y se mueve hacia atrás con precaución, toma del brazo al pelinegro, sacándolo de aquella habitación. Cierra las puertas corredizas que separan esta de la sala de estar y encuentra un cuaderno de notas en la barra, una lista de compras incompleta y la pluma está junto a la fruta de mentira.

Prefiere usar aquello, antes que ruidos constantes que alerten al posible infectado. Su letra manuscrita comienza a ser tratada sobre el papel, en una hoja limpia e indica su lectura con dos golpes silenciosos.

"No resucitó. Si hay tres tipos visibles (sonámbulos, resucitados y clivias) y toma lo mismo para los primeros dos, puede ser posible que las clivias tomen más tiempo. Tal vez el señor Taegeon es una clivia y se está preparando para tener la figura de flor."

Luego de leerlo, el doctor toma el bolígrafo para comunicarse. Escribe de la misma forma que el detective, pero cuando las cejas rubias del hombre se juntan con una expresión total de confusión, trata de reescribir mejor. Aceptaba tener una letra pésima, en su carrera solo quería anotar todo lo que sus profesores decían antes de olvidarlo, se acostumbró a entenderse solo en conjunto con sus amigos médicos o enfermeras.

Deadpoint | jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora