treinta y tres

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Jeon JungKook.

Los últimos días habían sido demasiado estresantes para mí, haciendo demasiadas llamadas por día, preguntando aquí y allá para saber si lo que me había dicho NamJoon por teléfono era verdad, y claro que lo era, uno de los chinos estaba muerto, que realmente no era como si se me partiera el corazón por eso, pero quería que muera el día que nosotros vayamos a enfrentarlos, no en un estúpido bar que encima tuvimos que pagarle demasiado dinero a los policías para que encubran lo que HoSeok había hecho en un momento de furia. Discutí con él, claro, nos pegamos unos cuantos gritos mientras los demás intentaban calmarnos pero ni con eso nos tranquilizábamos, y por primera vez me había agarrado a los golpes con un amigo cercano, pero es que Jung no entendía que gracias a su acto teníamos que actuar con mayor rapidez si es que no queríamos ser nosotros los próximos que estemos en un ataúd.

Comprendo bastante (o en realidad no) que HoSeok tiene una enfermedad mental, asumía que no debe ser fácil lidiar con personalidad múltiple, más cuando se niega a consumir las píldoras que tiene recetadas, pero habían veces en las que lograba odiarlo por actuar de una manera tan impulsiva y mandar todo al carajo. No era la primera vez que hacía algo así, sucedió con Jasmine, sucedió con uno de sus jefes, y ahora con el chino, que ni recordaba el nombre porque simplemente era uno de los secuaces del líder de esa estúpida pandilla, pero aún así sabía que buscaría venganza contra nosotros. Y así como no era la primera vez que Jung actuaba de acuerdo a sus impulsos, tampoco era la primera vez que nosotros seis lo cubríamos; policías, grabaciones de cámaras o audios, testigos, el cuerpo, arma homicida, noticias. Yo puedo quererlo muchísimo, pero me cansaba de cubrir todo lo que hacía y que después pida perdón como si eso fuera a solucionar lo que había hecho, además de que lo hablamos muchas veces con él pero no entendía, por Dios, llegó a asesinar a la mujer que decía amar y ni eso lo hacía detenerse, ¿Qué más le faltaba?

Y mi relación con Leah tampoco ayudaba en estos últimos días, después de lo que ocurrió en el sofá no habíamos hecho nada más por mi mal humor, y aunque quizá perdí la oportunidad que estaba esperando por tanto tiempo, mi enojo era mayor, no quería lastimarla, así que preferí consumir heroína y olvidarme un rato de mis problemas, de todo lo que me rodeaba. No me puedo considerar adicto, no siento que sin la droga puedo llegar a morir o tener abstinencia, jamás llegaría al punto de vender a una persona que amo o quedarme en la calle por tres gramos de cocaína, consumía de vez en cuando ya que también la vendía, era un buen negocio junto al de sicario, y me relajaba demasiado, con esas sustancias podía lograr conseguir una paz que nunca podría encontrar estando 100% sobrio, aunque no me guste admitirlo. Casi todos en el grupo hemos llegado a consumir alguna vez, JiMin había sido el único que solo probó marihuana y no quiso saber nunca más de eso, después TaeHyung directamente era quien jamás tocaría algo que lo vuelva adicto en su vida, y eso iba desde alcohol hasta drogas, aunque esas dos cosas no solo podían considerarse cosas adictivas, pero él cuidaba mucho de su cuerpo, por lo que consumir sustancias extrañas no estaba en su lista de deseos.

TaeHyung es alguien difícil de comprender, cuando sientes que lo conoces bien la realidad es que apenas sabes un 10% de su vida. Fui el único con el que habló acerca de su infancia y adolescencia, los demás no sabían tanto la historia de él y los pocos datos que tenían era porque no los consideraba realmente importantes o algo que lo pueda hacer ver vulnerable, quizá confió en mí porque jamás lo atacaría con algo tan traumático como su infancia. Su padre había escapado apenas se enteró que no era una niña, como habían creído por las ecografías y demás, no eran estables los señores Kim, en realidad eran una ninfómana y él preparaba tragos en discotecas y bares, casi siempre tomando a escondidas, así que de entrada no se podía esperar mucho de sus padres, pero al tener la esperanza de que una hija llegue a su casa, los había hecho juntarse en un pequeño monoambiente, queriendo ignorar sus problemas e intentar formar una familia, hasta que nueve meses después tuvieron en sus brazos a un niño, que solo les arruinó la vida. El hombre se marchó del hospital en ese mismo instante, y la madre tuvo que hacerse cargo, trabajando de prostituta casi a tiempo completo, y tampoco es que le molestaba mucho aquello gracias a su adicción al sexo, pero a su hijo le generaba traumas ver que su madre ganaba dinero de esa forma en cualquier lugar de la casa, estando él despierto y pudiendo deambular por ahí.

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