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Leah Denbrough.

Me encontraba aburrida en la casa de unos socios y grandes amigos de mis padres, los señores Jeon, mientras me hacía la que ponía atención en su conversación cuando en realidad estaba pensando en cosas más importantes. Mi futuro, por ejemplo, algo lo cual me tiene bastante preocupada a decir verdad, creo que es cosa de todos los que pasan los 17 comenzar a preocuparse por la vida que tendrán más adelante.

Vivo en un pueblo de Miane, Derry para ser más específicos. Aunque a muchos les cueste aceptarlo, viviendo en este lugar nunca se podrá conseguir un buen futuro o un trabajo en el que puedas forrarte en dinero, ni siquiera hay universidades en el pueblo. Todos los que tienen una enfermedad, algún accidente o demás, tienen que salir del pueblo para poder ser atendidos porque ni siquiera había un lugar de primer auxilios en caso de emergencias. Así que, sin estudios universitarios, tenías que conformarte trabajando en una tienda, siendo un profesor de porquería o un policía los cuales nunca ayudan una mierda.

Ni sé para qué están.

Y yo, para ser sincera, no tenía otra meta en la vida más que salir de este pueblo junto a mis hermanos pequeños, Bill y Georgie, mientras tenemos dinero para tirar para arriba. No tenía un sueño por cumplir, una carrera deseada por terminar o un trabajo que anhelara. Terminé la secundaria hace tres años y desde ahí solamente ayudo a mis padres en el negocio que ellos tienen, el cual es el único restaurante en el pueblo, y no es por presumir pero mi madre hace unas comidas que merecen mucho más reconocimiento que solo este pueblo mediocre.

También asocio mi falta de interés en carreras universitarias y demás por el hecho de que viviendo aquí nadie inculca nada de eso. No ves médicos, veterinarios, abogados o demás pasando por la calle para que los mires y digas "wow, quiero ser uno de ellos cuando crezca". Sumándole que ningún profesor tiene la motivación para darle a un alumno, en los últimos tres años de secundaria simplemente dan tareas que son fáciles para que sus alumnos no molesten y puedan hacer lo que desean.

Pero, volviendo al trabajo de mis padres, no gano mucho dinero, es más, ni siquiera gano, ya que al ser un lugar de mis padres me veía en "obligación" de no tener un sueldo. Solamente estaba ahí ayudando sin recibir nada a cambio, pero supongo que eso era mejor antes que estar tirada en mi cama todo el tiempo engordando como vaca. Lamentablemente adoraba la comida, pero detestaba engordar, así que teniendo algo de acción al día podía distraerme y no pasármela comiendo.

Aunque, una de las tantas cosas que me hacía odiar a mis padres, era que conservaban el dinero como si fuera oro. De suerte nos compraban ropa a mis hermanos y a mí, o siquiera a ellos. Todo lo que ganaban lo guardaban en caso de emergencias, y lo entendía a la perfección porque uno nunca sabe cuándo va a necesitarlo, pero considero que si una persona trabaja es para tener dinero y gastarlo, en lo que sea, desde cosas básicas hasta en gustos absurdos, como los cigarrillos.

De igual manera concuerdo en eso con mis padres, los cigarros son una porquería, pero cuando se vuelven una adicción no hay quién te saque.

Lo peor era que ahora me encontraba sola en el pueblo, bueno, no del todo sola. Mis dos amigas más cercanas; Jasmine y Maia se fueron a Corea del Sur, para tener un buen empleo y futuro, y al parecer les está yendo bastante bien porque la primera ya consiguió trabajo en una estación de policía y la segunda se graduó como médica psiquiatrica. Cosas que me enteré por Instagram, ni siquiera porque ellas fueron capaces de decirme o mandar un maldito mensaje. ¿Tan bien la pasaban al otro lado del mundo que se olvidaron de mí?

Debo admitir que les tengo envidia. Siempre supe que los grupitos de tres personas nunca funcionan porque dos se tienen más confianza y dejan a la otra persona sola, y en este caso, la que se quedó sola fui yo. En ningún momento me invitaron para irme con ellas, simplemente de un día a otro me dijeron que estaban por irse al aeropuerto del país y me invitaron a despedirlas. Aún sabiendo que yo no me iría por mis hermanos, la simple pregunta no estaba de más, pero no, habían arreglado todo entre ellas dos para irse y vivir en el país asiático mientras yo me pudría en este miserable pueblo.