veinticinco

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Jeon JungKook.

⎯ ¿En serio tengo que llevar esto tan ridículo?

Leah se quejó por tercera vez de su traje y yo asentí mientras me veía en el espejo, aunque ella no lograba verme ya que estaba sentada en el sofá mientras HyunA terminaba de maquillar sus ojos como la protagonista de "Black Swan", teníamos que hacer algo importante antes de que YoonGi salga del psiquiátrico y eso era acabar con su hermano que nos había estado persiguiendo el trasero desde hace ya mes y medio, pero aún Min no estaba enterado de que su familiar nos estaba persiguiendo para encerrarnos ya que pertenece a la policía, "el lado bueno" digamos, mientras YoonGi se había desviado de ese camino. Y lamentablemente para Leah, nuestro objetivo se encontraba en un bar que por ser época de Halloween la temática era ir con disfraz o no se podía entrar. ¿Podíamos entrar infiltrados? Obvio que sí, pero eso no me daba la satisfacción de escuchar a mi prometida quejarse cada dos segundos de absolutamente todo.

Habían pasado sólo tres días de nuestra fiesta de compromiso, donde el tema del pago a sus padres quedó en la nada, por lo visto prefirió guardar silencio y que las cosas sigan su rumbo, que era algo que agradecía y a la vez detestaba porque no sabía cómo podía reaccionar al momento de caer nuevamente a la tierra y pensar seriamente lo que sucedía a su alrededor. Sus padres y Georgie se hospedaban en un hotel costoso no muy lejos de nuestra casa, lo que le daba la comodidad a Bill de poder ir cuando quisiera, siempre con un chofer asignado su lado, sabía que Leah no tenía buena relación con sus padres así que era imposible que ella quiera ir a verlos, pero en caso de ser así yo la acompañaría para que no pueda escaparse.

⎯ Es una fiesta de disfraces, ¿Quién va a una de esas fiestas sin disfraz?⎯ respondí yo rodando los ojos mientras acomodaba el moño en mi cuello por ser Jack de la película "el extraño mundo de Jack", prefería ir por algo clásico.

HyunA vendría con nosotros porque en el pasado ella tuvo una corta relación con el hermano de YoonGi, algo que no llegó al año pero ella decidió terminar porque el mayor era bastante obsesivo y controlador, fue hasta hace unos meses que seguía insistiendo con llamadas y mensajes hasta que fui yo mismo quien respondió diciendo que deje de molestarla. Al parecer eso lo enfureció y ahora nos busca por eso, sumándole que habíamos cometido demasiados crímenes que la policía surcoreana ocultaba por el dinero que le dábamos. Ella y Leah irían combinadas, siendo una el cisne blanco y la otra el cisne negro, no era necesario aclarar quién era quién, yo mismo les decidí el disfraz y debía confesar que cuando compré el vestido para Leah lo único que deseaba hacer era quitárselo para hacerla mía.

En esa condición suya, acerca de no tocarla ni siquiera para darle un beso en la mejilla, había estado de acuerdo aunque era obvio que me costaba tenerla en mi propia casa y no poder acariciarla o golpearle el trasero cuando pase a mi lado como siempre quise pero nunca llegué a hacer. No iba a intervenir en su proceso de trauma, yo tenía toda la culpa y es algo que acepté, por muchas ganas que tenga de abrazarla, besarla o jugar con ella en sentido amoroso tenía que contenerme porque su comodidad iba primero. Y era irónico que diga eso cuando hice lo que hice, pero ahora me hacía responsable de mis actos y me dolía ver como se alejaba asustada de mí o la escuchaba llorar por las noches gracias a las pesadillas o porque recuerdos llegaban a su mente. No extrañaba tanto la sensación de tener sexo con ella, a ver, es algo esencial en una relación y sí tenía muchas ganas, pero extrañaba más abrazarla, besarla tanto en el rostro que se moleste o hacerle cosquillas, que son cosas que ocurrieron pocas veces, pero eso era lo que más ansiaba hacer cuando ella me diera el permiso de volver a tocarla. El día de nuestra fiesta de compromiso me sentí afortunado cuando pude tocarle la cintura y la mano sin que se quitara, y eso me hizo sentir un niño pequeño o un adolescente con su primer acercamiento a una mujer.

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