CAPÍTULO VIII

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"Es mejor confiar en uno mismo"

—Coronel, ellas son mis hijas y son algo tímidas, perdone su mala educación. —Apretando el brazo fuertemente de Scarlett y bajándola junto con cuervo, de la parte delantera de la carreta.

—Saluden al Coronel. —Expreso Lían con nerviosismo, pues delante de él estaba el hombre que podía cortar a cualquiera a la mitad.

—Le muestro mis respetos al Coronel. —Expreso aquella figura femenina encapuchada, llamando la tensión del Coronel y acercándose a él, pero con la cabeza agachada.

—No se preocupe señorita, puede verme a la cara, si así lo desea. —Dijo el Coronel, sintiendo una sensación de curiosidad por una persona, lo cual le parecía fascinante.

—Mi hija es muy tímida, perdónela Coronel. —Expreso Lían inclinándose hacia el Coronel.

—Mi padre tiene razón, espero no ofender al Coronel. —Expreso.

—No te preocupes, lamento retrasar su viaje. —Dijo el Coronel, mientras se retiraba, una sensación indescriptible lo invadió, pero no le tomo mucha importancia, pensó que se podría haber resfriado por el clima, pero él estaba acostumbrado a ambientes peores.

El Coronel se subió a su caballo, para marcharse no sin antes ver a esa figura femenina que capto un poco de su atención, podría ser su voz, pensaba, pero esos mechones volar con el viento le parecieron agradables, así que le dirigió su mirada al verla subir la carreta y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, una que no paso desapercibida por nadie, y galopeo junto a sus hermanos caballeros directo a la mansión Carmott.

—Hicieron un buen trabajo, ahora quédense quietas. —Proclamo Mark, lanzándolas dentro de la carreta y encadenándolas.

—¡Lo siento! Es mi culpa que no le hayas avisado al Coronel de que estamos siendo esclavizadas.—Expreso Cuervo con pesar.

—No te preocupes, no hubiera dejado que ese bastardo te clavara ese cuchillo en la espalda. Además, no soy estúpida, le dejé un mensaje al Coronel en uno de su bolsillo sin que se diera cuenta, si somos afortunadas leerá el mensaje.

—Pero, ¿Cuándo escribiste una nota o con que material lo hiciste? Aquí no hay nada con que escribir. —Pregunto Cuervo, con curiosidad.

—Vi a lo lejos a los soldados, antes de que ellos se dieran cuentan y nos sentaran en la parte delantera de la carreta, no escribí nada... Yo, solo tomé uno de los grilletes y se lo puse en su bolsillo. —Respondió Scarlett.

—¡Ah! Te entiendo, Dios quiera que el Coronel se dé cuenta a tiempo.

—Yo también espero que sede cuenta, estoy cansada de vivir entre amenazas y zozobras. —Expresa Scarlett.

—Veo que los rumores son ciertos, ese hombre es muy intimidante, pero también es muy guapo. —Mencionó Cuervo con las mejillas sonrojadas.

—No vi como era su apariencia, ya que tenía la mirada abajo y la capucha me cubría la cabeza, pero había algo en su voz, que me pareció interesante. —Expresa Scarlett sonriendo ligeramente.

—Escuche que se iba a comprometer con la hija del General Carmott, ella es la mujer más hermosa, creo que harán buena pareja. Según los rumores se debió comprometer con la hija menor porque la mayor tenía una salud muy delicada, todos dicen que es la mujer más fea del mundo, que por eso la encierran, que es una seductora y una mujer sin escrúpulos. —Mencionó Cuervo.

Los ojos de Scarlett estaban lúgubres, todos piensan que es una persona sin escrúpulos, pero no le sorprendía, pues toda su vida la menos preciaron y sobajaron, dolor y despreció era lo que le brindaban todo aquel que la conocía, y aun que esas palabras no la lastimaron, pero escucharlas no era agradable.

La dama fea: Corazón EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora