En un tiempo donde la guerra era tan continua, donde la muerte tocaba puertas, donde los valientes luchaban y donde los mas astutos ganaban.
Un tiempo donde el gran coronel apodado como la muerte, era un hombre hermoso, con una fuerza e intelecto qu...
—Una motivada Scarlett se dirigía hacia el castillo del Coronel Gilbert junto al mayordomo, la noche parecía eterna, muchos eventos habían pasado recientemente, pero necesitaba reunir dinero para poder llegar a la capital, pero en sus pensamientos la imagen de su padre apareció de golpe y melancólica, ¿Sabrá lo que me hicieron? ¿Vendrá por mí o me dejará como siempre? Era la pregunta que se realizaba una y otra vez, aun que sabía la respuesta tenía una pequeña esperanza en su corazón. Las pequeñas luciérnagas alumbraban el camino junto con los destellos hermosos de las flores Azules, la luna hacía resaltar aún más el paisaje hermoso digno de ser relatados por historiadores o contados por escritores, una verdadera maravilla.
A lo lejos una colina se hacía prominente y en él un hermoso castillo se podía notar, algo en su corazón se sobresaltó de golpe como si el mismo le estaría avisando de algo, pero no parecía una sensación de peligro, sino una muy diferente extraña y desconocida para ella.
Aquella entrada tenía grandes pilares de mármol junto con estatuas que adornaban la entrada, se podía oler el pasto recién cortado y un imponente portón que daba la entrada del castillo.
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—¡Ya llegamos señorita! —Bajándose de la carreta y observándola, admirar el castillo.
—¡Es realmente hermoso!—Expreso, Scarlett con una dulce sonrisa en su rostro.
—Sí... este castillo tiene al rededor de 1000 años, la edad que tiene nuestro reino, ha pasado de generación en generación, dignos príncipes han estado a cargo de este estado, es por eso que es muy próspero y de aquí se originan los más astutos y fuertes soldados que tiene el reino.
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—Un gran legado, debe de ser una carga muy difícil para el Coronel. —Expreso, Scarlett mientras caminaba por aquel jardín.
—Nuestro Príncipe es un gran hombre, no hay nada que él no pueda llegar hacer. —Respondió el mayordomo.
—Tiene usted razón, un hombre que arriesga su vida por el reino, por su gente, no habrá nada que se le dificulte. —Mencionó Scarlett.
—Es muy tarde y debe usted de descansar, ha sido un día muy difícil para usted, mañana se le mostrara el castillo y sus alrededores, como la tarea que realizara aquí. —Mientras abría la imponente puerta de aquel castillo que parecía haber sacado de un cuento, pues este portaba de una impenetrable barrera mágica, la cual pocos incluidos el mayordomo podía abrir, debido al hechizo que fue lanzado.
