CAPÍTULO XIII

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El verdadero rostro de la belleza

—Un dolor punzante recorría su pierna, desde el tobillo hasta el muslo, pero ella había soportado dolores mucho peores, se logró poner de pie, sin darse de cuenta que la sangre estaba fluyendo como un río, se llevó la mano a la cabeza, pues estaba...

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—Un dolor punzante recorría su pierna, desde el tobillo hasta el muslo, pero ella había soportado dolores mucho peores, se logró poner de pie, sin darse de cuenta que la sangre estaba fluyendo como un río, se llevó la mano a la cabeza, pues estaba realmente adolorida, estaba perdiendo mucha sangre, pero eso no la iba a detener, con toda su fuerza logro ponerse de pie y empezó a escalar aquella empinada colina, las rocas afiladas eran peligrosas, ella ya no estaba consiente del peligro el cual se estaba exponiendo cada vez más, a cada paso que daba, sus uñas se enterraban en la tierra lodosa y aferrándose se impulsaba más arriba, pero toda la energía agotada le estaba pasando cuentas, mientras estiro su mano para aferrarse a una maleza que se encontraba cerca, su pie resbalo y sintió como iba a hacia el vacío, a su fin.

¡Scarlett!... Se escuchó a lo lejos como un susurro que resonaba en todo su ser, mientras habría poco a poco sus ojos aferrándose a la luz, unos ojos azules la miraban fijamente, mientras la oscuridad se apoderaba de ella y sus ojos se cerraban.

Scarlett, estaba desmayada, pero flotaba en el aire, pues una mano fuerte la había sujetado del corcel justo antes de que ella se desplomara, aquella mano la levantaba como si no pesara nada, y la tomo en sus brazos fuertes. Gilbert, el lobo de la muerte, aquel que dejaba una estela de miedo y muerte había acudido a su rescate.

Justo a su lado se encontraba el Señor Gilbert preocupado, de que aquella joven que le había salvado la vida, perdiera la suya. Todos los guardias empezaron a llegar, rápidamente preocupados de que a los Señores les hubiera pasado algo, aquel rechinar de la armadura y pasos fuertes y decisivos que harían temblar a cualquiera.

El Coronel Gilbert los miraba a todos como siquiera matarlos, su tardanza casi hace que pierda a su padre, y cosas así no lo iba a tolerar.

—Lleven a mi padre, a dentro y llamen al Doctor... ¡Rápido! —Proclamo el Coronel con llamas en sus ojos, pues su furia era notable.

Todos corrieron acatando la orden del Coronel, pues si el hombre se enojaba es como estar en el infierno y nadie quería eso. Rápidamente la guardia se llevó a al Señor Gilbert escoltándolo adentro del castillo. La Señora Doris corrió rápidamente a llamar al Doctor, estaba atónita por lo sucedió.

El Coronel cargaba en sus brazos a Scarlett, la sangre corría dejando gotas de sangre por el jardín y una vez dentro del castillo allí también había dejado aquel líquido rojo.

Sin pensarlo llevo a Scarlett a su alcoba, y la depósito cuidadosamente en su cama, esperando al Doctor.

—¡Señora Doris!... —Gritaba el Coronel, pues requería rápido la asistencia del Doctor. Pues estaba un poco más relajado, ya que su padre no había sufrido ningún daño y todo era gracias a esta chica, de cabello como el fuego y ojos decisivos llenos de energía.

La dama fea: Corazón EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora