CAPÍTULO XII

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"La semilla de una flor nueva y un rescate"

Scarlett podía sentir las miradas de todos, pero no les presto atención alguna solo se dirigió hacia la señora Doris, la cual era una de los espectadores de tan evidente reacción del Coronel hacia ella.

—¡Señora Doris, la biblioteca esta limpia! Pero mientras realizaba mi labor creo, que perturbe la lectura del Señor Gilbert, no medí de cuanta que estaba allí. —Expreso, Scarlett.

—No te preocupes, veo que conociste al Señor Gilbert, él es un amo muy bueno y respetado, pero para la próxima cuando lo veas, solo sonríe y retírate... ¡No querrás molestar al Señor! ¿Verdad?

—¡No! Estaré más atenta.

—¡Vayamos a desayunar! —Expreso la Señora Doris con entusiasmo, pues la comida la tomaba como una gran bendición. Todos se dirigieron al comedor de la servidumbre, hasta el mayordomo, pero este seguía con la mirada fija en Scarlett, como si de una rival se tratara.

8:00 am

—Todos disfrutaban de su desayuno, sus rostros estaban alegres, pues el cocinero se había esmerado en la comida y ellos no tenían nada de que envidiarle a los nobles, su comodidad era igual que la de ellos, puesto que el señor Gilbert nunca menosprecio a nadie, sin importar de donde venia, su condición social o jerarquía, para él, todos son iguales y todos debíamos de degustar ciertos gustos, es por eso y muchas razones el estado de Farma era el más rico de todos.

Risas y charlas se escuchaban en el lugar, alegres por el regreso del Coronel, Scarlett disfrutaba de la plática con la Señora Doris acerca de la vida, era una conversación muy estimulante, su sonrisa permaneció arqueada y un par de carcajadas se escuchaban, Scarlett se sentía por primera vez realmente cómoda en un lugar, mientras disfrutaba de un desayuno lleno de frutas y pan fresco recién sacado del horno, el olor le hacía crujir su estómago. La Señora Doris la miraba muy sonriente y le dijo.

—Scarlett, come lo que quieras, por el crujir de tú estómago tienes mucha hambre, deberías comer más, estás muy delgadas mi niña.

Scarlett contemplaba el plato de comida en frente de ella, pues nunca había estado tan cerca de buena comida, nunca había probado un pedazo de pan en su vida ni tampoco cualquier tipo de comida fresca, solo la obligaban a comer una especie de sopa mohosa y un vaso de agua que parecía llena de lodo, con el pasar de los años no se resistió a comer esa, repúgnate comida que le servía sino que se la comida por pura necesidad, pues recordó que una vez cuando tenía 10 años trato de tomar un pedazo de pan que se había caído y había terminado abajo de la mesa del comedor.

Pero... La descubrieron y el castigo fueron 10 azotes y picante en sus heridas. Scarlett al recordar dichos eventos que parecían perturbar su mundo, sin darse cuanta soltó unas cuantas lágrimas, mientras poseía una mirada perdida.

—¡Scarlett! ¿Estás bien? —Pregunto la Señora Doris preocupada, pero entendió la situación, pues ella pensaba que al ser víctima de esclavitud la habían privado de comida fresca y deliciosa. Pero la Señora Doris estaba lejos muy lejos de la verdadera realidad que había vivido Scarlett.

—Señora Doris, no me pasa nada. Lamentó haberla preocupado, iré a limpiar el jardín si usted lo aprueba. —Dijo Scarlett.

—¡Claro! Ve a al jardín, allí te encontrarás con Alexander, él es el jardinero, dile que serás su ayudante el día de hoy. —Expreso la señora Doris aprobando la solicitud de Scarlett, pues sabia que un poco de aire fresco le caería bien.

 —Expreso la señora Doris aprobando la solicitud de Scarlett, pues sabia que un poco de aire fresco le caería bien

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La dama fea: Corazón EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora