"El inicio de una ardiente tentación"
Todos miraron a Scarlett, aquella protagonista de las charlas que se daban no solo en el castillo sino en toda Farman y hasta llegar a oídos de la realeza, pues al que había salvado no solo era un noble, sino el príncipe de Arcarl, el general retirado cuyo hijo era merecedor de una fama muy grande que trascendía fronteras y posiblemente futuro sucesor al trono.
El mayordomo no le quitaba la mirada a Scarlett, pues siempre le desagradó y, ahora que tenía no solo la admiración de la servidumbre, sino la gratitud del Señor Gilbert y el Coronel, ella era para él una espina en su contado, una que debía quitar lo antes posible.
—¡Buenos días! ... — Todos lo habían dicho como expresión de coro.
—¡Pensé que estarías durmiendo! — Dijo el mayordomo mientras se llevaba los alimentos a la boca y no le dirigía la mirada.
—Estoy bien... Le había comentado a la señora Doris que estoy lista para el trabajo, no puedo abusar de la generosidad que me han brindado. — Expresó Scarlett dirigiéndose a su asiento para desayunar con todos.
—Lo dijiste bien, no puedes abusar. Si estás preocupada, ve a trabajar de una vez. Expresó el mayordomo, señalándole con la mirada la salida.
—Scarlett se levantó del asiento e inclinó su cabeza acatando la orden del mayordomo, pues había notado que él siempre la había tratado con cierto grado de desprecio, pero esta vez se sintió diferente, él estaba siendo agresivo y hostil con ella, aun sabiendo lo grosero que era, debía acatar su orden. Mientras se dirigía a la salida, la mano de la señora Doris la sostuvo con fuerza.
—Scarlett, siéntate a desayunar —proclamó la señora Doris.
El mayordomo estaba realmente disgustado y no lo ocultaba, dando un fuerte golpe a la mesa, se levantó.
—Señora Doris, ¿Cómo se atreve a cuestionar la orden que doy delante de la servidumbre y más de una recién llegada?—. Expresó el mayordomo enojado.
—Usted puede ser el mayordomo del castillo, pero yo soy la jefa de servidumbre y es mi deber no solo velar por el bienestar de mis amos, sino que también soy la encargada de velar por la servidumbre. Eso incluye sus comidas. Quien está olvidando un buen juicio, aquí es usted. Si está desacuerdo conmigo, entonces discutamos esto con el amo, veremos qué dice el señor Gilbert respecto a este asunto. Expresó la señora Doris, mirando fijamente al mayordomo.
El mayordomo no podía soportar tal insolencia, mientras le enviaba una mirada muy seria a Scarlett, la cual estaba observando todo el asunto.—Señora Doris, muchas gracias por preocuparse por mí, pero debería ir a trabajar, después de todo no tengo hambre. — Dijo Scarlett, tratando de aliviar la tensión.
Ella sabía que el mayordomo estaba enojado y ella era el blanco de su enojo, pero el porqué no lo sabía, podría ser muchas razones, pero no le quiso dar importancia, sabía que estaba en desventaja y ella no podía ser la causa de enfrentamientos de poder como el que se estaba llevando a cabo, debía mantenerse al margen lo suficiente como para tratar de pasar como una empleada más, solo hasta que la frontera se abriera y ella lograra salir de allí, pues en sus pensamientos había dos protagonistas, su querida Miss y Cuervo, a la que le había hecho una promesa y veía en sus ojos sufrimiento, como el que ella pasó.
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La dama fea: Corazón Escarlata
RomanceEn un tiempo donde la guerra era tan continua, donde la muerte tocaba puertas, donde los valientes luchaban y donde los mas astutos ganaban. Un tiempo donde el gran coronel apodado como la muerte, era un hombre hermoso, con una fuerza e intelecto qu...