El poder de una rosa escarlata
Resurrección de los dioses (FULGOR, TENEBRIS, IGNIS
—Aquél nombre se sintió como cuchillas en su espalda. Una de las creadoras de tales aberraciones que había sufrido a través de los años se hacía presente. El sudor recorrió por su frente, mientras su tez se tornaba pálida. Porque sabía que el mismo diablo estaba llegando y la haría vivir un infierno nuevamente. Pasar desapercibida era su nueva opción. No debía toparse con ella. Porque sabía que, si la veía, un nuevo problema llegaría, a pesar de que todos en el castillo eran amables. Alexandra era una reina de la manipulación y no hay nada que no haría para que ella obtenga un castigo. Podía hacer lo que quisiera y nadie le llevaría la contraria solo por ser la hija del general Carmont y ella, tan solo, una sirvienta.
—Señorita Scarlett ¿Se encuentra bien? — Se atrevió a preguntar al coronel quién notó dicho cambio.
—Scarlett, aún aturdida, volvió en sí y retomó su postura. —Sí, mi señor, no se preocupe —la joven procedió a hacerle una reverencia que una vez finalizada, posteriormente, se marchó.
—Scarlett se fue dirigiendo hacia su habitación mientras iba perdida en sus pensamientos, mientras la protagonista no era más que Alexandra, el monstruo disfrazado en una mujer hermosa con lindos vestidos. Bajo aquél apellido de renombre que ocultaba verdades tristes y sombrías. El problema del ser humano al vagar en el naufragio de sus pensamientos es que alejarse es imposible y, por último, que somos vulnerables y despistados. Así fue cómo fue notando su brazo ser jalado y arrastrado.
—¿Qué hacías hablando con el amo? Tal vez la señorita Doris y los demás amos te consideren agradable, pero no eres más que una cosa vulgar y fea; debes conocer tu lugar; para ellos solo eres una mascota. —Profesó Mirla mientras le apretaba una vez más el brazo.
Scarlett con una carcajada sarcástica le dijo burlonamente: —Qué divertida es señorita Mirla. No pensé que le afectaría mi relación con los amos y con los demás compañeros de trabajo. Si realmente piensa que, al llamarme cosa fea, me intimida o me hace sentir mal. Me temo que la he decepcionado.
—¿Cómo te atreves a responder cosa fea...? —¡plash! Fue lo que resonó en cada, rincón. Pues la bofetada impactada en Mirla no la dejó terminar y ahora, visiblemente, la marca roja en el rostro era perceptible.
—Al parecer no ha entendido lo de esta mañana. No solo se lo dije al mayordomo, sino a todo aquél, que busque una pelea. La compasión la quitaron hace mucho... —dijo Scarlett mientras la dejaba con la mejilla roja.
En el jardín
—El Coronel estaba pensativo; sabía que la llegada de la princesa y la hija del general no era por la celebración de Farman. El Rey tiene la intención de casarlo con la princesa, puesto que lo quiere como príncipe heredero de Arcarl y futuro Rey, y el General quiere ganarse la confianza de el utizando a su hija, una idea que le parece ridícula, puesto que está en sus manos.
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La dama fea: Corazón Escarlata
RomanceEn un tiempo donde la guerra era tan continua, donde la muerte tocaba puertas, donde los valientes luchaban y donde los mas astutos ganaban. Un tiempo donde el gran coronel apodado como la muerte, era un hombre hermoso, con una fuerza e intelecto qu...