CAPÍTULO XI

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"Corazón ardiente y Ojos zafiro"

—La señora Doris se quedó perpleja ante lo dicho, su señor estaba a punto de llegar y ellos apenas estaban siendo notificados

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La señora Doris se quedó perpleja ante lo dicho, su señor estaba a punto de llegar y ellos apenas estaban siendo notificados.
A su cabeza se rondaban tantas de sus dudas. Su señor no cambiaría de tal manera sus planes. Con una tenue curiosidad su mente se sumergió.

Algo tuvo que haber pasado para llegar antes de lo acordado y no creía que fuera lo de la frontera. Porque nadie le había notificado a su señor hasta que llegara a Farman.

—¿Qué estás pasando? Pregunto el mayordomo que estaba llegando, al notar las caras confundidas y consternadas que eran visible ante los que estaban presentes.

Mayordomo el coronel está a punto de llegar. Le respondió la señora Doris, este abrió los ojos sorprendidos.

Qué estás diciendo? ¿Por qué hasta ahora dicha información me es entregada y porque no antes?. Sus ojos se enfocaron en la señora Doris, quien se encontraba con el seño fruncido. Antes de que alguien le respondiera, este con un porte firme asiendo resaltar su elegante traje de trabajo, resaltó con su firme voz.
—No hay tiempo para eso!  —Habló de manera firme, dio unas palmadas y exclamó de manera alta he hablado, y les he dicho que ya no hay tiempo para esto, vayan preparando todo. ¡Quiero todo listo para el coronel.! —Hablo el hombre mientras observaba a todos que se fueron dispersando de manera rápida, algunos por el temor de lo que podía acarrear que su señor llegará y observará todos sin hacer nada y otros como la señora Doris emocionada por la llegada.

El mayordomo enfocó su mirada en el niño que se iba alejando de manera lenta, en un vago intento de evitar a tal hombre con rostro amargado.

¡Y tú!. Señaló al joven impertinente que se atrevió a entregar de manera tardía la información. ¡Contigo hablaré después! ¡Ahora, todos terminen de irse!

El mayordomo se dirigió con pasos decididos a la habitación del coronel, viendo que todo estuviera tal y como le gustaba. De igual manera, se dispuso a prepararle el baño, tal como le gustaba, pues sabía que lo necesitaba luego de que el coronel llegará de una larga travesía.

Mientras tanto, Scarlett se encontraba observando a todos que se disponían de ir de un lado a otro. Cómo si el tiempo les fuera tan preciado como para desperdiciar los segundos.
Pudo ver a todos ocupándose en sus trabajos, mientras esperaba que le dieran la instrucción. La señora Doris no tardó en aparecer en su vista, mientras le decía.


Scarlett, no hay tiempo de desayunar. Tu trabajo es ir a la biblioteca y ver qué este en perfecto estado. Si un libro está fuera de lugar tu trabajo es acomodarlo.

—¡Carmen!. Exclamó.

Lleva a Scarlett a la biblioteca. Pronunció mientras se retiraba.

La dama fea: Corazón EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora