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—Pequeña cachorra. ¿Dónde te dejo? —Jay me miraba como si ella tampoco tuviese idea—. Dejarte con Alex es un acto suicida, no me se la dirección de Adrián, Luca y Fer vienen conmigo, no quiero ir a la casa de mamá para no toparme con mi hermana. Espera.

Corrí rápidamente al salón para ver el calendario que colgaba en la pared. Busqué el día de hoy y...

—Perfecto —sonreí—, Jay, hoy mi hermana se queda en los albergues de su universidad. Te llevaré a casa de mamá hasta que regrese ¿ok?

Lo admito iba en pijama. A ver ya era de noche y ponerme la ropa con la que tenía que ir a la casa del tío de Luca era morir congelada. Era un buen hombre. Solo que medio salido, su abuelo había luchado en no se que guerra y en esos tiempos la gente iba en ropa muy elegante, le enseñó eso a sus hijos y sus hijos a sus hijos. En poco terminos la familia de Luca eran como marqueses españoles excepto por su padre, el padre de Luca creía que eso de ir elegante el año entero era pasado, las cosas habían cambiado en el mundo. Digamos que el más cuerdo de la familia.

Fer y yo habíamos elegido dos vestidos que teníamos guardados eran exactamente iguales. Ya saben lo que dicen, ropa de mejores amigas. Los vestidos eran de color negro ajustados con una banda que apretaba el cuello. Bastante elegantes y bonitos. La verdad es que no sabia que peinado hacerme.

¿Cuándo jodidas se me pasó por la cabeza cortarme el cabello? Ahora no podía hacerme una coleta alta, bueno si, pero parecería las plumas del culo de una gallina. Lo mejor era tener el cabello desatado las veinte y cuatro horas del día. Pero obvio el tío de Luca no soportaba eso.

Había tenido una pequeña crisis existencial donde no podía parar de llorar dramáticamente extrañando mi cabello largo. Incluso Fernanda se había cortado el de ella por mi, que gesto tan hermoso. Claro no se hizo ese corte más arriba de los hombros que me hice yo, su corte llegaba un poco más arriba de la media de su espalda y le quedaba mucho mejor.

Había agarrado un abrigo bastante grande color negro que tenía y unos guantes del mismo color que raramente me quedaban enormes, ni idea de donde los había sacado, pero seguro que estaba lo suficientemente idiota como para comprarme unos guantes que no eran mi talla. Dinero desperdiciado.

Juro que los bolsillos del abrigo eran tan grandes —y Jay tan pequeña— que cabía perfectamente la pequeña cachorrita. Así que la metí en mi bolsillo derecho, no miento era enorme. El abrigo era de Alex, ¿qué metía ese imbécil en estos bolsillos?
La nieve caía rápidamente cuando salí. Corrí a la parada del bus esperando uno. No había ni un alma a mi lado, la poca gente que se veía ocultaban sus cabezas bajo las sombrillas huyendo de la nieve.

Giré la vista hacia mi lado, me sorprendió encontrar un gatito en la oscuridad mirándome fijamente. No podía verle bien solo sus enormes ojos. Se veía hermoso. Noté que Jay también lo miraba atenta, creí que comenzaría a ladrar para ahuyentarlo pero para nada. El gato bajó de un salto del murito donde estaba y juraría que era un gato rubio, su color era amarillo pollito muy pálido.

Al girar la vista me pareció ver más de una cola en Jay así que la volví a ella nuevamente pero estaba igual. Esos momentos en los que miras rápido a un lado y crees ver otras cosas. El autobús se detuvo frente a nosotras. La poca gente que había me dirigía miradas raritas. No se si por el hecho de ver una albina, una chica en pijama, un perro en un bolsillo enorme o que parecía las calles de tanta nieve que tenía encima. Apuesto que todas juntas.

Me senté en uno de los asientos de la última fila del bus. Un pequeño niño se acercó corriendo a donde estaba abrazándome con fuerza. Tardé en devolverle el abrazo sin saber quién era.

Mi personaje de Wattpad✔️ [libro #1] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora