O2O.

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No hablan esa noche, Cristiano ni siquiera llega a dormir, es lo mismo al día siguiente. Los días pasan y Cristiano sigue sin hablar con él, sigue evitándolo, sigue comportándose como una mierda y lo hace sentir mal con sus palabras. Su hogar ya no se siente cálido, es frío, es doloroso estar ahí cuando el pelinegro no hace otra cosa más que pasarse todo el día en la empresa o tomando en algún bar, es doloroso cuando llega y lo único que recibe es una mirada dura de parte de su mayor antes de que desaparezca de entre las puertas de su oficina dejando la casa apestando a alcohol. Hay aroma tristeza por doquier, su tristeza llena la casa y eso lo hace sentir abrumado cada que llega del trabajo por su cuenta. Incluso la señora Davis y su sobrina parecen preocupados por la situación de ambos aunque verdaderamente no cree que sea buena idea compartir con ellas lo que sucede entre ellos. Ni siquiera a hablado con Junior acerca de eso y sabe que Cristiano no hablará con Kylian porque es demasiado orgulloso como para dejar que este otro lo ponga en su lugar, si es que él es consciente de que lo que hace no es lo correcto y solo está actuando como un imbecil.

Se siente frustrado, el lazo con Cristiano está completamente inundado de sentimientos amargos y haciendo que su marca queme la piel lechosa a su alrededor. Ahora un pequeño collar la cubría, le daba vergüenza que los cachorros la vean o que las maestras se atrevan a preguntarle porque seguramente no sabría que responder al respecto, aunque la presión alrededor de su cuello solo hacía que el dolor se intensificara.

Un estirón en su vestido lo hace bajar la mirada, encontrándose con un lindo niño de cabellos dorados y ojos celestes mirándolo con un puchero. Las manos se aferran a la tela fina del vestido lila que lleva puesto.

Leonel lo mira con una sonrisa genuina y se agacha a la altura del infante — ¿Matu?, ¿Qué pasa dulzura? — pregunta acariciando su mejilla regordeta con uno de sus dedos.

El niño se alza de hombros y lleva las manos hasta la mejilla del pálido para acariciar de la misma forma en que su mayor lo hace — ¿Por qué está triste? — le pregunta con inocencia — No me gusta verlo triste profesor Leo, usted es muy bonito cuando sonríe pero ya no lo hace de la misma forma como en el primer día.

Leonel aclara su voz y mira al niño sin saber que responderle — Sabes Matu — murmura — A veces nosotros los adultos tenemos problemas que nos hacen sentirnos tristes y desanimados. — explica con voz suave, el menor lo mira todavía con su carita de confusión.

— Mi abuelita me cuenta siempre que mi mami se fue al cielo porque tenía muchos problemas con su novio. ¿Usted tiene novio y tiene problemas con él también?, Yo no quiero que usted se vaya al cielo como mi mami, yo lo quiero mucho. — los pequeños brazos se aferran al cuerpo del Omega en un abrazo adorable. Leonel palmea la espalda de Mateo y niega mientras lo toma por los hombros.

— No sabía lo de tú mami, Matu. Lamento mucho eso, pero te aseguro que yo estaré bien pequeña dulzura — alza al niño en brazos para sentarlo en su escritorio. Observa a los demás niños en su hora de siesta y luego regresa su mirada a Mateo — ¿Te cuento un secreto? — susurra al oído del niño.

Mateo asiente con la cabeza.

— Yo si tengo novio — confiesa y el niño lo mira con los ojos bien abiertos — . Es el hombre más guapo que puedas conocer, aunque, a veces es un bruto. Él y yo nos amamos mucho. Algún día te lo voy a presentar. — contesta sonriente mirando al menor, Mateo asiente felizmente pero luego su mirada recae a sus espaldas y después lo mira con una sonrisa coqueta.

— ¿Ese tipo guapo de ahí es su novio? — le pregunta, Leonel gira su rostro para mirar sobre su hombro la ventana. Un hombre de rizos está parado con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo un ramo de rosas rojas — ¡Si lo es!, ¡Se ha puesto rojo profesor!

— N-No... — Leonel murmura con desconcierto, el sujeto le es ligeramente conocido y entonces se pregunta si tal vez es el novio de alguna de las maestras o alguien que intentaba a cortejar a alguna de ellas pero cuando el hombre lo apunta todo le queda claro. Toma al niño en sus brazos para bajarlo del escritorio y dejarlo en el piso — Matu saldré un momento, ve con tus demás compañeros, no me tardo.

El niño simplemente asiente con una risa curiosa antes de correr hacia sus compañeros, una maestra le hace señal para que guarde silencio, Leonel niega mirándolo y luego se encamina a la puerta.

Cuando sale la brisa golpea sus piernas y brazos desnudos. El tipo rizado se acerca todavía con ese estúpida sonrisa amable que lo estremece. Es demasiado elegante y huele demasiado bien, viste ropa y zapatos de marca. La imagen que tiene enfrente solo le recuerda a Cristiano y lo hace sentirse vacío de repente.

— Hola lindo.

Esa voz...

— ¿Me recuerdas?

— ¿Tú?...Casi me arrollas — dice dando un paso hacia atrás sus ojos se mueven observando su alrededor con nerviosismo ante la mirada expectante que lo penetra — ¿Guillermo?, ¿Es así?

Él asiente extendiendo el ramo de rosas a Leonel — El mismo, lindo. Estás son para ti, quería disculparme por lo de hace dos semanas — Leonel duda pero termina tomando el ramo porque no quiere verse grosero, mucho menos con el socio más importante de Cristiano. Quien sabe que sería capaz de hacerle si se llega a enterar de que trato mal a alguien tan importante para la empresa — Cristiano me hablo sobre ti y verdaderamente me sentí avergonzado, no quise decirle nada sobre esto. Son rojas porque es mi color favorito. Espero te gusten.

— El rojo también es mi color favorito — murmura con timidez.

— ¿En serio? Que coincidencia. — se ríe de manera ligera sacándole una pequeña sonrisa a Leonel.

Mira a los niños durmiendo, incluso Mateo parece haber caído rendido — ¿Por qué no entra? Aquí afuera hace mucho frío — dice regresando su mirada a Guillermo.

El mayor de ambos niega mirando a su alrededor — No quiero molestar, los pequeños parecen estar durmiendo, puedo despertarlos con mi aroma tan fuerte.

Leonel entre abre sus labios y solo asiente sin decir nada más — Yo...supongo que tengo que volver adentro, gracias por este detalle tan lindo. Las rosas huelen delicioso. Le haré saber a Cristiano que estuvo aquí.

— No es necesario Leonel. Creo que tu mejor que nadie sabe que clase de hombre es y no quiero que él se haga ideas erróneas, todavía sigue algo a la defensiva conmigo desde aquel día.

— Claro — se gira sobre sus talones apretujando el ramo contra su pecho — Nos vemos. — se despide de él con una sonrisa. Guillermo asiente mirándolo mientras entra a la guardería.

De repente Leonel se siente mal, su mirada se nubla, su corazón late con fuerza y un pitido hace eco en su cabeza. Un fuerte mareo lo obliga a sostenerse del marco de la puerta, por suerte las manos grandes de Guillermo lo sostienen de la cintura y lo reincorporan antes de mirarlo con preocupación.

— ¿Qué fue eso?, ¿Te sientes bien?.

— E-Estoy bien, solo fue un mareo, me pasa cuando hago movimientos muy bruscos. No se preocupe señor Guillermo — suena convincente, por lo que el rizado no hace más preguntas al respecto y lo deja ir.

Cuando Guillermo se marcha Leonel suspira sentándose en su escritorio, se talla su cien cuando la cabeza comienza a dolerle como en las últimas dos semanas. Bufa cansado, los ojos le pesaban. Y se sentía mucho peor al saber que no tendría ninguna clase de confort al llegar a su casa, no además del amor incondicional que le brindaba Hulk.

Estaba tan jodido últimamente. Enfermo y con ascos de todo. Su vida comenzaba a darle asco.

*

¿Predicciones?
Penúltima actualización antes de que entre a clases. u.u

Lxs quiero. Besos 💖

A Baby Please |Cristessi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora