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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

La joven castaña parpadeo de forma pesada, el piso de metal estaba tibio a comparación del frío atroz que había sentido durante un largo rato, sus manos estaban entumecidas por el fuerte amarre en ellas. No tenía su bolso, eso era obvio, y su desgastada capa estaba aún sobre su cuerpo.

Observó su alrededor con paciencia, recordando que la calma le ayudaría a salir. El movimiento del lugar le hizo llegar a la conclusión de que era un barco, los colores y estructura que era de la Nación del fuego, no era su primera vez en uno de esos.

Al acercarse en silencio a los barrotes de aquella celda noto que no había ningún guardia, un descuido tonto a decir verdad. Con un poco de ingenió se deshizo las ataduras.

- Oh - murmuró al ver sus manos marcadas.

Al levantarse sacudió su vestimenta, con determinación junto sus puños y como si golpeara el aire logro provocar una fuerte ventisca que partió los barrotes.

Con cuidado salió del lugar, justo cuando estaba por llegar a la escalera, que parecía la salida, un impulso casi la hace caer.

Al salir a la superficie noto que la punta del crucero estaba enterrada entre hielo y nieve, los guardias que se encontraban descongelando a los otros se pusieron en guardia al notarla. Lanzaron su ataque en conjunto y la chica solo los desvío con calma con su fuego control.

- No soy enemiga - dijo en aún con tranquilidad viendo cómo todos voltearon. Vio un hombre anciano y supuso que era el capitán, justo a su lado había un joven con el rostro quemado por lo que quizá era otro niño de la Nación del fuego enviado a la guerra - solo busco al avatar... - explicó viendo al anciano - me envió el Señor del fuego - finalizó con seguridad.

- ¿Qué? ¿Mi padre? - pregunto con furia el joven de cara quemada - ¡No te creo! ¡Esa es mi misión!

- ¿Su padre? El hijo del señor del fuego solo es un bebé... Estás mintiendo - dijo tranquila desviando los ataques, realmente solo sabía que el señor del fuego tenía un hijo recién nacido que era demasiado enfermizo.

- Mmm... Creo que deberíamos hacer esta plática con un poco de té - dijo el anciano parando el furtivo ataque de su sobrino al ver cómo la joven no se inmutaba por los ataques.

- Escoltenla, vamos a interrogarla - ordenó el príncipe. No podía creerlo, primero el avatar se le escapa y luego esa chica dice que la enviaron para cumplir con su "destino".

La joven se dejó escoltar, era obvio que debía recaudar información sobre lo sucedido, después de todo, no era posible que de la noche a la mañana el principe enfermizo de la Nación del fuego se hiciera mayor.

Por otro lado, aún sentía esa conexión con el avatar. Sabía que estaba vivo y que se movía, no podía evitar sentirse aliviada.

- Noté que en tu maleta cargabas con esto - mostró Iroh entrando en la sala de interrogatorios a solas con la joven. Había enviado a su sobrino a relajarse, podría decirse que lo había "castigado".

- Puedo notar que es un conocedor - dijo al ver cómo le entregaba su pequeño bolso donde cargaba sus fichas de Pai Sho - ¿Podemos jugar una partida? - pregunta amable al ver cómo se sienta frente a ella. Antes ya había notado el tablero por lo que no fue difícil saber de qué se trataba.

- Claro que si, el invitado juega primero - afirmó dejándola hacer su primer movimiento en silencio, justo sacando una ficha muy particular en el medio - veo que te gusta la jugada del Loto Blanco - ambos sonrieron con complicidad - te ves muy joven a decir verdad, muy pocos jóvenes se adhieren al juego original.

- Yo recuerdo que todos éramos jóvenes o apenas adultos, señor - explicó - pero por como están las cosas creo que algo ha pasado, aunque es confuso - expresó jugando - solo han pasado tres años desde la desaparición del avatar y todo es un desastre - soltó tratando de obtener información.

- Señorita... Han pasado cien años desde la desaparición del avatar - el hombre hizo su siguiente movimiento.

- Oh... Entonces juguemos - finalizó para concentrarse en acomodar las fichas entre ambos, una tras otra cada vez más rápido hasta finalizar.

 Entonces juguemos - finalizó para concentrarse en acomodar las fichas entre ambos, una tras otra cada vez más rápido hasta finalizar

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- Bienvenida, hermana. La Flor de Loto se abre a aquellos que conocen sus secretos - la joven sonrió nuevamente al ver aquel respetuoso saludo.

- Un gusto, hermano - lo saludo inclinándose - es la primera vez que no me reconocen - ambos se inclinaron.

- Has salido de un géiser - le explicó sin más, no tenía tanto tiempo si su sobrino se impacientaba - y por lo que veo has trascendido décadas.

- Es posible - afirmó mientras guardaban sus fichas - soy la Guía, hace tiempo me conocían como la Asesina del Fuego - dijo sin más sabiendo que lo entendería - pero como puede ver estoy algo herida desde antes de congelarme.

- Es un gran honor recibir a un miembro de tan alto rango de la Orden del Loto Blanco - dicho esto fue interrumpido por el joven sobrino del anciano que entró de forma brusca - Oh, principe Zuko estás justo a tiempo para presentarte a la señorita... - dijo haciendo énfasis en "principe".

- Un gusto saludarle, principe - dijo con respeto haciendo el saludo antiguo que hacían los guardias al ver al señor del fuego. Quizá sin ser reconocido por el periodo de tiempo que pasó - me llamo Noa, estoy a sus órdenes.

Hubo un silencio incómodo, quizá sin entender la situación, por el saludo o por qué no esperaba esa reacción de ella.

- ¿Quien eres?

- ¿Quien eres?

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Noa // Avatar la leyenda de Aang // Zuko Y Tú // ZukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora