Ella es una existencia que prometió estar junto al Avatar hasta el fin de los tiempos.
- Mi nombre es Noa - dijo la joven de rodillas haciendo una reverencia.
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Narrador omnisciente
- ¿Quién eres? - pregunto sin más.
- Soy un soldado de la Nación del fuego, estuve bajo el mandato del Señor del fuego Sozin, hace noventa y siete años - dijo con voz militar, después de todo antes de despertar era todo guerra y aún no sabía si seguían así - antes de despertar me enviaron a buscar al avatar junto a un equipo de soldados.
- Ja, no me sorprende - susurro Zuko con odio, en aquella época según los registros aún enviaban equipos de búsqueda - ¡Eso no explica porque estabas congelada de esa forma! - exclamó golpeando la mesa que estaba frente al anciano y Noa.
- Eso se debe a qué tengo afinidad espiritual - explicó, antes de que el principe sospechara de ella extendió su mano mostrando una llama pequeña de tonalidad morada - como puede ver mi fuego control es débil pero mi afinidad espiritual es alta... Me enviaron pensando que podría sentir la presencia del avatar, principe - finalizó - Pero debido a una tormenta perdí a mi equipo y al parecer quedé atrapada en un géiser.
- Oh, eso explica muchas cosas - dijo Iroh al ver la mentira tan genial que creo la joven - llegar a ese nivel de afinidad es muy difícil...
- Eso fue porque estuve a punto de morir varias veces durante la guerra - dijo sin más, durante todo ese tiempo sostuvo la mirada contra el enojado príncipe que la observaba con el ceño fruncido esperando a que algo en su comportamiento le dijera que miente. Pero la chica venía de otra época, una dónde estaba en peligro constante, dónde debía ser capaz de actuar de una forma tan perfecta que nadie notará su mentira.
No pudo ver nada, no veía más que una joven con un rostro duro y cansada de pelear, herida y quizá confundida. No podía enfadarse aunque quisiera.
- Bien - dicho eso salió dando un portazo. Un suspiro salió de los labios de la chica, esperaron un tiempo para ver si regresaba y al cumplirlo se sentó frente al anciano nuevamente.
- Un gusto me llamo Noa, vengo del templo aire del norte - dió su presentación al anciano.
- Soy Iroh, vengo de la Nación del fuego - se presento con la misma información. Ambos platicaron muy poco puesto que una soldado tocó la puerta para entrar.
- Vengo a llevarla a las habitaciones por orden del principe - dijo el soldado con respetó, quizá por la pelea que tuvo con los otros cuando estaban en cubierta.
- Me retiro - se despidió de Iroh con el mismo antigüo saludo, para irse de forma militar debido a la costumbre.
El soldado la guío hacia unas habitaciones compartidas con otras mujeres, por obvias razones no se encontraban de momento. Ambos entraron y el soldado se quitó el casco mostrando a una mujer adulta.
- Bienvenida, me llamo Nina - la saludo con seriedad - está es nuestra habitación junto con dos compañeras más - dicho eso dejo su casco en un mueble y de un cofre saco un uniforme completo - este es tuyo, puedes guardar todo lo que quieras a excepción de comida. Ya una vez, Meiling lo hizo y se pudrió apestando el cuarto - le contó mientras sacaba del que parecía su cofre productos de limpieza - toma, parece que no te has bañado por un tiempo... Por cierto, ¿Cómo te llamas? ¿Que edad tienes?
- Soy Noa, tengo quince años - dijo sin más recibiendo todo. La mujer la miro de nuevo.
- Eres alta para tu edad - dicho eso continuo con lo que estaba haciendo - el baño está justo al fondo del pasillo - se puso el casco y se fue sin más. La joven miro el lugar, no era más que para algunas seis personas acomodadas de forma estrecha.
Acató la orden de aquella mujer de adentrarse al baño, en el por fin pudo verse. Desde que había huido del templo aire se había dejado crecer el cabello, este era castaño oscuro que podía confundirse con negro y lacio, sus ojos eran grises y justo como había dicho la mujer, era alta para su edad. "Tal vez me quedé de esta estatura" pensó.
Con cuidado se dió un baño, revisando la cicatriz de su espalda. Un corte que evito por poco, pero que le había dado problemas en su curación, en ese tiempo se había quedado en un reino tierra para curarse y justo ahí conoció a muchas buenas personas.
Estando ahí cerro los ojos tratando de saber si el avatar estaba mínimamente cerca, pero como era obvio, no lo estaba. Se vistió y dejo su casco, jamás lo había usado, a menos que fuera necesario, pero en esta época nadie la reconocería después de todo.
- Oh, señorita Noa - saludo Iroh - veo que ya está más relajada - dijo viendo cómo el rostro de la chica se veía mucho más joven que cuando la encontraron.
- Si, gracias - la chica iba a volver a saludar pero el anciano la interrumpió.
- Tranquila, puedes descansar - mencionó sirviendo el té en dos vasos y la invito a sentarse con una seña de manos - hace mucho eso dejo de hacerse, aparte no es necesario que lo hagas más.
- ... Entiendo - dijo sentándose, estaban en cubierta y la mayor parte de los maestros Fuego se encontraban derritiendo la nieve.
- Ya fue informada tu "débil" fuego control - le respondió a su pregunta no formulada - te quedarás a nuestro lado a partir de ahora.
- ¿Nuestro? - pregunto la joven bebiendo con tranquilidad, aquel hombre no haría algo que le hiciera daño pero no podía decir lo mismo de los demás.
- Si, de mi sobrino y de mi - ambos se quedaron en un silencio cómodo - disculpa mi curiosidad, ¿Qué edad tienes? - pregunto después de analizar su apariencia, después de todo, podría ser alta y con un cuerpo entrenado. Pero su rostro era joven, no como el de un adulto, si no, como el de un adolescente.
- No se preocupe, tengo quince años.
- Eres muy joven.
- ... Lo sé.
La plática se limito a eso y otras preguntas que podían hacerse al aire libre. Más tarde, en la noche y con el barco ya en movimiento, la joven se removía en su cama sin poder dormir debido a su instinto de supervivencia... Después de todo venía de dónde el genocidio era el pan de cada día.
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