18. EL HOMBRE QUE QUICE SER

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[Maestro, la señorita Amina esta aquí]


Actualmente, estoy en una elegante habitación... O algo similar.


Preparamos una pequeña casa a un costado de la entrada a mi mansión.


Fue una sugerencia de Alexa, en un intento de no ofender a futuras visitas.


Aparte de la sala done puedes acomodar a varias personas, la cocina y el baño, no hay nada mas aquí.


Bueno, los sofás son lo suficientemente cómodos como para que las personas duerman, sin embargo... Lo que sea.


Ha pasado mas de un mes desde que el primer grupo de esclavos llego, según Lea, el segundo grupo me será entregado pronto.


Así que decidí aprovechar la oportunidad para extremar este lugar mientras resuelvo algunos asuntos con los esclavos mas experimentados.


[Disculpe...]


Amina, entra a la habitación y me saluda con una mirada osca...


¿Eh?


Me sorprendió un poco, no voy a decir que somos amigos, pero ya habían pasado algunos días desde la ultima vez que Amina me miraba con algún tipo de hostilidad.


¿Le hice algo?


[*Cohou* ponte cómoda, dame un segundo]


Lo digo y voy a la cocina a buscar un poco de te.


¿Por qué se enojo? ¿Es porque estaba viendo sus pechos? No puedo evitarlo.


No solo Amina, los esclavos que han comenzado a tener una dieta equilibrada, lentamente recuperan contextura.


Ya no tienen esos ojos sin vida y ahora son mas como personas normales ligeramente delgadas.


Tal mejora en la nutrición resulta particularmente destacable en Amina y otras niñas cuyos atributos se comienzan a acentuar mejor.


[Es difícil ser hombre...]


Mientras pensaba en lo duro que es ser incomprendido, regreso a la sala.


Y lo primero que entra en mi vista es... Amina desnuda... mientras tapa escasamente sus partes privadas con las manos...


[[...]]


Amina y yo nos miramos fijamente por algunos segundos, la niña que ahora esta aun mas roja de lo habitual tiene ojos ligeramente humedecidos mientras parece esperar mi reacción.


¿Yo?


Comencé a temblar descontroladamente.

Mi loco sistema quiere voltear los cielos, pero yo no quiero trabajarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora