12✨ Locomotive

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El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente

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El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente.

Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.

—Esto es increíble, Harry —murmuro Alya pasando por entre la multitud.

Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.

Harry empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío. Pasaron al lado de un chico de cara redonda que decía:

—Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.

—Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana.

Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo.

—Déjanos mirar, Lee, vamos.

El muchacho levantó la tapa de la caja que llevaba en los brazos, y los que lo rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola peluda.

Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren.

—Encontre un lugar, Ly.

Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta del vagón.

Alya trato de ayudar a Harry. Pero ambos mellizos no eran tan fuertes ni juntandose, eso gracias a la mala alimentación que tenían, los Dursley apenas y los alimentaban.

—¿Quieres que te eche una mano? —Era uno de los gemelos pelirrojos, a los que habían seguido a través de la barrera de los andenes.

—Sí, por favor —jadeó Harry.

—¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!

Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry y Alya finalmente quedaron en un rincón del compartimiento.

—Gracias —dijo Harry, quitándose de los ojos el pelo húmedo.

—¿Qué es eso? —dijo de pronto uno de los gemelos, señalando la brillante cicatriz de Harry.

—Vaya —dijo el otro gemelo—. ¿Eres tú…?

—Es él —dijo el primero—. Eres tú, ¿no? —se dirigió a Harry.

—¿Quién? —preguntó Harry.

—Harry Potter —respondieron a coro.

—Oh, él —dijo Harry—. Quiero decir, sí, soy yo.

—Y tu debes ser Alya Potter.

Alya asintió sonriendo.

Los dos muchachos los miraron boquiabiertos.

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