03✨ The zoo

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Aquel día nada iba a salir mal

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Aquel día nada iba a salir mal.

Incluso estaba bien pasar el día con Dudley y Piers si eso significaba no tener que estar en el colegio, en su alacena, o en el salón de la señora Figg, con su olor a repollo. Aunque a Alya le costará admitir que estaba disfrutando del día.

Mientras conducía, tío Vernon se quejaba a tía Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas. Harry, el ayuntamiento, Alya, el banco, eran algunos de sus temas favoritos. Aquella mañana le tocó a los motoristas.

-... haciendo ruido como locos esos gamberros -dijo, mientras una moto los adelantaba.

-Tuve un sueño sobre una moto -dijo Harry, recordando de pronto-. Estaba volando.

Tío Vernon casi chocó con el coche que iba delante del suyo. Se dio la vuelta en el asiento y gritó a Harry:

-¡LAS MOTOS NO VUELAN!

Su rostro era como una gigantesca remolacha con bigotes. Dudley y Piers se rieron disimuladamente.

-Es obvio que la motos no vuelan -dijo Alya defendiendo a su hermano -. Fue sólo un sueño.

Si había algo que desagradaba a los Dursley aún más que las preguntas de los mellizos, era que hablara de cualquier cosa que se comportara de forma indebida, no importa que fuera un sueño o un dibujo animado. Parecían pensar que podía llegar a tener ideas peligrosas.

-¿Que tan alto volaba la moto? -le pregunto Alya ganándose una sonrisa de su hermano.

Era un sábado muy soleado y el zoológico estaba repleto de familias.

Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de chocolate en la entrada, y luego, como la sonriente señora del puesto preguntó a Harry y Alya qué querían antes de que pudieran alejarse, les compraron un polo de limón, que era más barato.

Aquello tampoco estaba mal, pensó Alya, chupándolo mientras observaban a un gorila que se rascaba la cabeza y se parecía notablemente a Dudley, salvo que no era rubio.

Los mellizos tuvieron que reprimir sus risas mientras seguían comparando a Dudley.

Fue la mejor mañana que los mellizos habían pasado en mucho tiempo.

Comieron en el restaurante del zoológico, y cuando Dudley tuvo una rabieta porque su bocadillo no era lo suficientemente grande, tío Vernon le compró otro y Harry y Alya tuvieron permiso para terminar el primero.

Era la primera vez que los mellizos tenían tanta comida para ellos solos, la mayor parte del tiempo tenían que compartir y no es que les molestará si no que no les alcanzaba la comida para llenarse.

Después de comer fueron a ver los reptiles. Estaba oscuro y hacía frío, y había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes.

Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por las piedras y los troncos.

SeptiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora