💎 Cinco 💎

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JIMIN

Sabía que me gustaba toda eso del kink. La idea de sentir dolor me excita cuando pienso en ello, o imaginar a un hombre poseyéndome, no sólo en el sexo, sino en aquellos aspectos de mi vida en que siento que no puedo por mi cuenta. Cuando Hoseok me animó a visitar el club por fin tenía muchas expectativas. Conocer y ver de primera mano por primera vez la forma en que se desarrolla la dinámica.

Ver a ese hombre, el dominante oscuro en el área VIP me provocó algo extraño en las entrañas. El dominio expresado en sus más mínimos gestos, despertó la parte sumisa dentro de mí y fue todo un choque cuando, en contra de alguna probabilidad me eligieron para interpretar una escena con ese mismo hombre que ya había despertado mi curiosidad.

No esperaba demasiado, siendo que no sabía exactamente cómo actuar o qué decir, pero la ola de sensaciones que experimenté no es nada que hubiera anticipado de ninguna manera. La naturalidad con la que mi cuerpo y mi instinto se volcaron hacia ese hombre desconocido fue surreal. Sus palabras, sus miradas, sus movimientos. Todo gritaba sométete y yo simplemente lo hice.

Cuando me acarició con el feather no pude evitar estremecerme. Mis nervios ya estaban a flor de piel y el suave cosquilleo de las plumas me encendieron más y más, pero el calor de sus dedos en mi abdomen fue todavía mejor. La aspereza de sus yemas fue una descarga sensorial que me abrumó demasiado y el simple hecho de tener los ojos cerrados amplificó todo. Porque mis demás sentidos se agudizaron e hice de todo para no soltarme a gemir como una puta tal como quería porque a pesar de todo aún tenía un poco de vergüenza por estar en público, pero cuando me esposó al banco y me azotó con la fusta no pude evitar soltar los sonidos rotos que se acumulaban en mi garganta. Estaba demasiado excitado por la picadura caliente de los azotes y luego el calor de su mano calmando el ardor y la seda fría de su camisa cuando se inclinó sobre mí, cubriéndome con su cuerpo duro y el olor masculino de su piel, pero más que un orgasmo, necesitaba desesperadamente más de él sobre mí, alrededor de mí.

No quiero que se acabe nunca, porque desde que mis labios lo llamaron maestro, supe que era lo correcto. Se escuchaba bien decirlo y supe que lo había hecho bien cuando la mirada de mi dominante se encendió con deseo y un poder más grande que yo mismo. No pude contener un sollozo cuando el dolor se extendió más sobre mi espalda porque simplemente había entrado en un espacio en el que nunca había estado antes, donde no podía escuchar el ruido ensordecedor de la ansiedad que se apodara de mí, mis huesos se volvieron gelatina y mi mente flotó en una nube de algodón lejos del estrés, de los nudos que me atan las entrañas cuando no puedo concentrarme. Fue todo lo que nunca pensé que podría ser, tanto que las lágrimas de alivio, de placer y de felicidad rodaron por mi cara sin darme cuenta, pero no me atreví a avergonzarme cuando él me miró y su cara cubierta por el antifaz se iluminó con satisfacción. Él me estaba dando lo que necesitaba y al mismo tiempo, las reacciones de mi cuerpo eran todo lo que él quería y esperaba.

Sin embargo, el pánico me invadió cuando los azotes se detuvieron. Es verdad que me dolía como el infierno, pero el subespacio al que me trasladé a través del dolor era indescriptible y yo no había dicho mi palabra segura en ningún momento. ¿Se había aburrido de mí? ¿Había hecho algo mal?

Entonces me levantó y desató mis manos con una reverencia que nunca hubiera imaginado de un dominante y me levantó con tal cuidado de no lastimar mí ya magullada espalda para bajarme del escenario. Me hundí en el hueco de su cuello y absorbí su olor mientras me arrullaba y me decía que había sido muy bueno. Yo quería ser bueno, para él. Lo llamé para que me dijera a donde me llevaba y oír el apodo que me había dado me estrujó el pecho, porque sonó como una caricia en mi tartamudo corazón.

Lógicamente, un dominante puede llamar a su sumiso de la manera que quiera, pero que él me llamara amor me hizo sentir especial. O quizás se lo decía a todos los sumisos que se subían a ese escenario con él, pero por esta noche, era yo el que estaba siendo llamado así.

Dominans |YoonMin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora