💎 Veintidós 💎

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JIMIN

—Desvístete y túmbate en el diván —me ordena.

Me encanta cuando está en modo Dom y en los últimos días me di cuenta de que no es muy distinto a cuando está en su papel de profesor, solo que de cierta manera no es lo mismo. Sus comandos son iguales, pero no me hacen sentir lo mismo. Si me dice que debo analizar una línea, me estremezco y me pongo a ello con determinación. Si me dice que me desnude, se me pone la piel de gallina y el estómago me da un vuelco. Es la misma voz, diferentes reacciones.

Mientras me desvisto lo veo irse de nuevo y regresar con un cubo de metal, una venda de terciopelo azul y un frasco que parece loción. No se mueve, no hace nada, solo me observa lenta y largamente. Como si comprobara cada parte de mi cuerpo tendido sobre el mueble. Se me eriza la piel bajo toda la atención que me da y me dan ganas de retorcerme, pero mi maestro solo sigue observándome, desde los pies hasta el cabello, con las pupilas dilatadas y la mandíbula tensa.

—Podría saltarte encima y hacerte mío ahora mismo —su voz es baja, ronca, llena de deseo y me llena de un orgullo retorcido el conocimiento de que ver mi cuerpo desnudo y a su disposición sea lo que lo hace sentirse así.

—Por favor.

—Todavía no. Quiero que primero te deshagas en mis manos.

Es una promesa, una amenaza y una declaración.

Yo ya comencé a derretirme debajo de su mirada.

Se inclina y me pasa la venda sobre los ojos, con delicadeza, cubriendo la parte superior de mi rostro y atándola en un nudo firme pero no demasiado fuerte. La atadura es familiar por las veces que he usado el antifaz, es algo que me hace sentir cómodo.

—¿Se siente bien?

—Sí.

Tumbado boca arriba en el diván, desnudo, con los ojos vendados y a merced de mi maestro, mi piel zumba y mi respiración se acelera.

—Shhh... aun no empezamos —me dice mientras recorre la línea de mis costillas con un dedo fresco. —¿Tu palabra segura?

—Mangos.

—Perfecto.

—¿Límites?

—Cualquier juego de impacto en un nivel medio, no a la humillación, restricciones leves, sin juegos húmedos.

—¿Sexo con penetración?

Oh, joder. Ambos sabemos que es por eso por lo que estoy aquí, pero que quiera un claro consentimiento me satisface en todos los niveles.

—Sí, por favor.

—¿Condones?

—Estoy limpio.

—¿Confías en mi?

—Siempre.

Y lo hago. No hay manera de que no lo haga, si con sus palabras y sus acciones me ha demostrado que puedo ir a ciegas hacia él y no me dejará caer.

—Entonces, seremos tú y yo. Piel a piel. Te llenaré, te reclamaré desde dentro y te marcaré como mío. Porque lo eres.

Todo lo que consigo es asentir dentro de la oscuridad que me rodea y lo siguiente es una sensación punzante y helada en el centro del pecho. Un trozo de hielo, probablemente del cubo que traía. La pequeña roca helada se queda allí el tiempo suficiente para comenzar a derretirse haciéndome sentir la sensación de quemadura que produce y un escalofrió por las gotas que se derraman hacia los lados, entonces, el hielo baja en línea hasta mi ombligo, dejando una estela húmeda y fría y el escozor en el sitio donde estaba antes. El diminuto charco de agua helada se acumula en el pequeño orificio en el centro de mi cuerpo hasta que también escurre hacia los costados y deja otro punto ardiente al derretirse completamente.

Dominans |YoonMin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora