Capitulo 2

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— ¿Y?, estoy esperando que con una bala de esa arma me atravieses la cien.  — dijo con una mirada cínica en los ojos.

—Ya le dije, que no puedo hacerlo, —Deje el arma en un costado, el Chacal me miró con rareza, no me sorprende, a esta altura no espero nada de él. Seguramente estaba asombrado de que uno de sus hombres se acobarde de tal manera.

El tipo se acercó a mi tomo, mi rostro con dureza, cabe aclarar que mi jefe tenía una mano dura, en pocas palabras parecía piedra, unas manos
completamente, duras y anchas dispuestas a ahorcar a cualquier ser viviente que caminase.

— Te hacía más valiente Renzo.

Él había dicho mi nombre de civil, me sorprendió, mi rostro se cruzó con su mirada, este formó una sonrisa en sus labios.

—Veo que aún eres un completo cobarde, no me sirves para la misión que te tenía preparado.

Al instante su mano se posó sobre mi mejilla, me había dado una cachetada una tan fuerte que casi me da vuelta el rostro por más exagerado que suene a la gente no la suelen golpear todos los días. Y hoy ya me había ganado dos golpes de puño y patadas en casi todo mi cuerpo, gemí un poco de dolor, sentí algo frío caer por mi mejilla, No solo se atrevió a golpearme sino que también a escupirme.

— ¡Escoria! — grito riéndose en mi cara, —Eres un maldito miedoso, me reiría más tiempo de lo débil que eres, pero tengo cosas que hacer si quieres el trabajo, ¡Imbécil!, Ven haberme a esta dirección ¡No hagas que me arrepienta! — Especifico tomándome del rostro nuevamente.


Después de eso quedé tirado solo sobre la fría acera. La bronca que sentía hacia ese hombre era tremenda, quería destruirlo con mis propias manos en el mundo de la mafia, si no te sabes cuidar solo, eres un completo inútil. No puedes andar, a acompañado por nada ni nadie te verán como un débil
bebé llorón cómo suelen llamarles a los nuevos hombres que entran al club Dura.

Toque mi estómago buscando algunas formaciones de hematomas, por suerte aún no aparecían. Tenía tiempo de ir al médico bueno, si iba tal vez me iban a preguntar mis datos personales, no podía decirles quién era yo. Cómo pude me reincorporo, colocando mi mano sobre la puerta de la camioneta para usarlo como soporte, estos golpes seguramente iban a doler mañana, pasado y por ende todo el mes.

—¡Mierda!, — dije intentando sentarme en el asiento del conductor— Este hijo de… me golpeó fuerte en la costilla.

Cómo pude encendí la camioneta tan deprisa, ya quería salir de ese lugar, tenía una llamada perdida de Melania, no quise atender estaba molesto, sabía quién era yo, un tipo jodido, malhumorado en pocas palabras era una basura como persona. Me odiaba desde el primer momento en que mi padre me abandono a mi suerte, me odie desde el día en que mi madre me trajo al mundo. Gracias a mí ella había sufrido todos los golpes, traiciones, y burlas de mí padre, no tenía más familiares de confianza salvo mi abuela. Desde entonces decidí andar solo en la vida. No fui a la escuela, ni a la preparatoria estaba Molesto de mi mismo y de mi jodida vida, me metí en muchas cosas malas y turbias desde consumir drogas, hasta acostarme con prostitutas, desde matar, hasta secuestra. Nunca quise hacerlo, la vida me llevo por ese camino, me odie y aún hoy en día me sigo odiando.

Al llegar a casa decidí recostarme, no quería saber de nada de nadie, la vida me llevo a cometer crímenes. Aún recuerdo la primera vez que el Chacal me encontró a mi suerte tirado en un callejón con cientos y cientos de marihuana en mis bolsillos, la nariz completamente llena de pasta base toda blanca
¡Un horror! Si papá me hubiera visto pensaría que soy un idiota, un perdedor, si mamá me hubiera visto seguramente ella sentiría mucha pero mucha vergüenza.


Me recosté sobre la cama, esa soledad y fría cama sin nada ni nadie a mi lado. A veces me preguntaba cómo hubiese sido mi vida si no me hubiera metido en la mafia, la banda de los “Cuervos" me habían aceptado con mucha honra. Me asignaron un nombre, pero ellos querían que me ganará mi nombre, ese nombre que cambiaría mi forma de existir, ese nombre que me haría ser un hombre y dejaría dejar de ser un completo idiota.

El teléfono volvió a sonar, era Melania no quería responder, ella sabía cómo me encontraba seguramente se preocuparía, ya me la imagino era capas de  venir  hasta mi departamento, este lujoso y horrible lugar que el Chacal me ofreció para que viviera cómodamente con todos los lujos, dinero, y todas las mujeres que pudiera desear.

Corte la llamada, no importaba si ella venía hasta aquí igualmente no le respondería ni siquiera le abriría la puerta, mis tripas rugían de hambre decidí levantarme y hacerme un té. Baje las escaleras hasta el comedor "No puede ser nuevamente comenzó a llover", Exclamé enfadado ”el día estaba hermoso", al menos algo de positividad debía darle a mi miserable vida.

El teléfono sonó nuevamente

—¡Joder esta mujer! — grité tirando con enojo la cuchara contra el piso. Cogí el teléfono y del otro lado me encontré con la voz de él, ese hombre que era mi jefe…

—¿No pensabas responder? — hablo frío — Pensaste que te salvarías de mi ¡Idiota!, O debo decir ¡Llorón!.

Su risa se escuchó del otro lado como si fuera un eco en mi cabeza, algo que me molestaba debía controlar mis impulsos, si no iría a explotar me volvería como un volcán me iba a transformar en un monstruo, en uno peor que Hulk.

—Pensé que era Melania, no pude responder antes — mentí si lo sé Pero ¿Qué podía hacer?.

— Ya veo, te refieres a la prostituta del cabaret, hay mujeres mejores que ella en el club y tú prefieres acostarte con esa vieja — volvió a reírse.

Me molestaba que él llamara así a Melania, me molestaban mucho sus comentarios con respecto a que ella era una de las mujeres más adultas del cabaret, ningún hombre quería acostarse con melania solo por ser una de las mujeres más adultas de ese lugar. Aún recuerdo el día que se me acercó a ofrecer sus servicios, yo estaba tomando unos mojitos me encontraba ebrio, ella se sentó de un golpe sobre mis piernas, me susurro al oído
“¿Quieres divertirte esta noche?". Comenzó a frotar su trasero contra mi miembro, estaba excitando, tanto que la tomé por las caderas, la alce y me la llevé a la cama del club. Esa noche… esa noche no me la olvidó más, sexo, pasión y sudor era lo único que nuestros cuerpos desprendían.

Al día siguiente ella se fue dejándome, ahí era algo común entre las trabajadoras y sirvientes.

—Alfa, —exclamo mi jefe —Escucha lo que te voy a decir, aún tengo esperanzas en ti, ¿recuerdas lo que te dije hoy en el estacionamiento?.

— Si jefe, — apenado exprese.

— Bien, quiero que escuches bien. Ni siquiera te molestes en venir, te daré las indicaciones por aquí, por el momento eso es lo único que puedo decirte.

Sin más cortó la llamada, me estresa que él diera tantas vueltas, el día pasaba lento, no sabía qué hacer, simplemente salí a entrenar al llegar a la plaza, vi las mancuernas. Primero, brazos, después piernas y por último abdominales.

Estuve toda la tarde entrenando hasta que mis bíceps explotarán, el molde de mi cuerpo y mis caderas se pegaban a mi ropa de gimnasia.

Al terminar la rutina llegué a casa nuevamente, hice la comida, si un hombre soltero como yo cocinaba, Melania dice que soy un gran chef
si ella me conoce bien.

Tomé una ducha, me quite primero la camisa, después el pantalón, quedé en ropa interior, me observé al espejo, hice pose para ver lo marcados que estaban mis abdominales, estaba duro como roca, después seguí con los bíceps también se sentían duros mis pectorales bien formados, técnicamente parecía esos modelos de escultura. Abrí el agua caliente mezclada con un poco de agua fría, me metí entero dentro de la bañera, el agua recorría todo mi cuerpo, me enjabone, me puse a pensar, que me hacía falta tener una mujer que estuviera a mi lado ya saben pasar el tiempo y así. Pero mi trabajo no me lo permite, al finalizar el baño coloque una toalla sobre mi cintura, camine descalzo hasta mi habitación, allí me seque, busque un pijama, me senté a comer revisando si había algún mensaje de mi jefe, de hecho no había ni uno solo.

Al terminar de cenar me predispuse a ir a dormir, me recosté sobre la gigantesca cama que tenía más o menos dos plazas.









Continuará

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