“No puedo detener a alguien, que sabe hacia donde va"
Al día siguiente amanecí renovado, parece que la visita de mi abuela me estaba haciendo bien, me levanté de la cama, busqué mis pantuflas y baje abajo, no sin antes pasar por el baño y hacer todas mis necesidades. Al llegar al comedor mi abuela ya estaba preparando el desayuno. Me alegré mucho al verla tan feliz, incluso me atrevo a decir que estaba tarareando una alegre canción.— Buenos días – hablé, mi abuela ya se encontraba en la mesada preparando el desayuno.
— Buenos días, bombón ¿Quieres unos huevos revueltos?.– dijo sirviendo en un vaso un poco de jugo de naranja recién exprimido.
— Si está bien solo por hoy, romperé la dieta.
— Ayy Alfa, no me hagas reír – expreso colocando una sartén con aceite en el Fuego. — Por cierto, ¿qué tal tu trabajo?
Casi me atoro con el juego, al oírle decir eso, tosí mientras ella me miraba desconcertada.
— ¿Estás bien? Mira Alfa mojaste toda tu ropa con naranjada querido tienes que tener más cuidado.
— Sí, sí – dije alejando su mano para poder limpiarme — Ya no soy un niño, abuela controla tus instintos de madre.
Ella me miró con una sonrisa en su rostro, tocando mis mejillas, como solía hacerlo antes. Parecía que estaba en la época de mi infancia, donde jugaba e imaginaba que era un astronauta que llegaba a la luna dominando el mundo.
— ¿Qué harás hoy?- pregunté sirviéndome más jugo.
Ella lo pensó un momento.
— Se te van a quemar los huevos.–dije.
Mi abuela era muy pensativa algunas veces.
— No lose, me quedaré por dos semanas aquí, así que tal vez descubra la ciudad y su belleza.
— Puedo llevarte si me lo pides – comente untando un poco de pan.
— Está bien, hoy solo quiero quedarme en casa y descansar.
— Por mi bien, por mi lado debo salir hacer algunas cosas. Volveré dentro de algunas horas por mientras puedes hacer lo que quieras, si vas a salir me avisas.
— Claro, no te preocupes por mi Alfa.
Me levanté dirigiéndome hacia ella, deposite un dulce beso en su sien, mientras aceptaba mi beso con dulzura. Al salir busqué el auto, me subí, encendí el motor mientras iba manejando, pensaba en mi vida. No sé por qué solía hacer eso, simplemente pensaba me considero un tipo muy pensativo. Al llegar al club había unas que otras personas, Santiago bajaba de la mano junto a una mujer de finas caderas.
— Dame un momento linda estoy divisando a un viejo amigo.– hablo Santiago.
Esta se alejó.
Él se acercó con su típica sonrisa de engreído, alzaba las manos enseñándome el vaso de whisky.
— Sigues bebiendo esa porquería - señalé.

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Alfa
RomansaAlfa tiene la difícil misión de secuestrar a una jovencita, pero la vida tiene diferentes planes para ellos. ¿Podrá Alfa mantener su reputación? ¿O morirá en el intento?.