35. Negocio

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Daniel

Veo atentamente a Dyl dormido en la camilla mientras mis padres están afuera de la habitación. No puedo evitar sentirme culpable, ya que evidentemente fue mi culpa esta situación. Yo lo golpeé en la cara con una puerta. No quería golpearlo directamente, no me había percatado que estaba detrás de mí y que encima venía distraído, por ello no logró detener el impacto.

No sé cómo fue posible haberlo golpeado tan fuerte esa puerta como para hacerlo sangrar de la nariz de la manera en la que lo hizo. Solo recuerdo haber escuchado su alarido y luego verlo con la mano en el rostro.

-¿Estás bien? -le pregunto un tanto preocupado.

-Sí, eso creo… -dice y se queja antes de apartarse la mano del rostro. Al hacer eso, veo una gota de sangre salir de una de sus fosas nasales.

-Oh, mierda. -murmuro y él me ve, confundido.

-¿Qué?

-Este… no te muevas… solo siéntate. -le digo y tomo sus hombros para obligarlo a adentrarse en la habitación y sentarse en la orilla de la cama.

-¿Tan malo es? -alza una de sus manos y la lleva a su rostro, la tomo y lo detengo.

-¡Quédate quieto! -chillo, consciente de que no debo permitir que se embarre de sangre. Ya hemos pasado por esto antes, creo saber cómo manejar la situación.

Corro al baño y cojo suficiente papel para limpiarlo, aunque siento que no tardé nada, al regresar, esa gota pequeña de sangre ha resbalado hacia su boca y se ha limpiado con el dorso de la mano. Él al ver aquella mancha, parece muy perturbado, por ello me apresuro a su dirección y lo obligo a verme fijamente.

-Tranquilo, no veas eso, veme a mí. -le digo y comienzo a limpiarlo, pero la sangre no deja de salir. Jamás vi una nariz sangrar así.

Esto es horroroso, termino manchándome con el mismo papel, sus pupilas comienzan a estar fuera de su órbita, y su respiración a acelerarse y eso solo significa una cosa: está entrando en pánico. El olor evidentemente ya le ha llegado. Lo jalo al baño conmigo y hago que se recline hacia el lavado para que la sangre salpique ahí y no encima de él, mientras agarro más papel.

El peor error.

Se ha visto al espejo. Tiene varias manchas por casi todo alrededor de su boca y la punta de la nariz, se inclina hacia atrás y se limpia con las manos, empeorando la situación. Se restriega las mismas contra la camisa en pánico y ya no sé qué hacer.

No sé manejar estas situaciones tan bien como creía.

Dylan comienza a balbucear y a hiperventilar, ya no escucha mis palabras, de repente se pone pálido. Lo abrazo para evitar que se caiga al suelo cuando queda inconsciente y le grito a mis padres en auxilio, porque esto se me fue de las manos.

Eso fue lo que en resumen sucedió. Pudieron controlarlo rápido, pero no ha despertado. Hace mucho no tenía sus episodios de trauma. Ni en los partidos o prácticas de básquet ha habido accidentes que los detonaran y eso que nos golpeamos en la cara muy seguido. Fueron minutos muy tensos y estuve en pánico también, más que nada cuando se desmayó.

Justo tenía que pasar estando en Nueva York y por mi culpa.

Tomo su mano, ya lo han limpiado, no lleva más que sangre seca en la camisa. Juego con sus dedos en espera de que despierte, aún no sé si ya podemos irnos o no, pero quiero hacerlo y disculparme por no haber hecho mucho. También por ignorarlo estos días. Ha sido una temporada difícil estando tan distante de él. No me ha gustado nada, creo que ya puse mi orgullo por encima durante demasiado tiempo.

Siempre Juntos Chicos (SC Libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora