Desaparecer

164 8 2
                                    


Capítulo 33.


-¿Está segura de esto, mi Lady?-

Tanya sostenía un rizo dorado en sus manos, era la tercera vez que cuestionaba a su señorita por tal decisión.

-Rafael lo dijo, llama demasiado la atención, será mejor cortarlo.-

Asintió segura.

Tanya suspiró y obedeció.

Amaba el cabello de su señorita, largo, brillante y rebelde, había sido un hábito cepillarlo y arreglarlo para ella, para que ahora le pidiera que se deshaga de el.

Abrió a tijera y cortó el primer mechón.

El sol todavía no había salido, habían pasado una noche fría, durmiendo todos juntos para resguardarse, Felipe y Rafael se habían turnado para vigilar la entrada, todavía se sentían desconfiados.

Las jóvenes dormían una al lado de la otra, Serena en el medio de Anya y Valeria, las tres juntas casi pegadas.

Tanya y Lila habían dormido en otro colchón juntas, dejándole espacio a los varones para cuando quisieran dormir. No era muy apropiado compartir cama con un hombre, pero no habían otras opciones, y tampoco era como si a esa altura siguiera importando.

Con los primeros rayos de sol colandose por una de las ventanas los mechones de cabello fueron cayendo al suelo.

Lila sabía que Tanya no le haría un desastre en el cabello, lo cortaría hasta la altura del cuello, un cambio abrupto en un personaje como ella quien siempre lo había llevado largo hasta la cadera.

Pero ahora sería más cómodo, y nadie la reconocería tan fácil.

Felipe quién hacía guardia las observaba en silencio, sentado en una silla junto a la puerta, con los brazos cruzados y una expresión pensativa.

Anya fue la primera en despertar, y gracias a ello, todos los demás también lo hicieron.

-¡¿Qué le hizo a su cabello?!-

Se cubrió la boca luego de darse cuenta que había gritado, y poco a poco los demás la imitaron.

Valeria río, y Serena se levantó observando a su amiga algo preocupada.

- No luce mal.- Intento animarla.

Rafael se levantó y asintió apoyando el comentario de la azabache.

-No tengo dónde verme.-

Sintiendo como ahora el peso de esa larga melena había desaparecido Lila se paró y pasó una mano por su cabello.

- Es sin duda más cómodo.-

(...)

La puerta se abrió abruptamente, Alyssa entro cargando su machete justo sobre sus hombros con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

-¡Buenos días, hora de trabajar señoritas!- Le guiñó un ojo a Serena y regresó su mirada a los demás.

Los jóvenes presentes estaban sentados alrededor de una pequeña mesa desayunado lo que había quedado de la cena.

-Tomen, no creo que su ropa sea tan cómoda.- Chasqueo los dedos y Alec quién estaba detrás lanzo una bolsa de tela al suelo.

-Buen día Alyssa.- Lila se levantó y se acercó.- ¿Dónde iremos?-

-Ya lo verán, ricitos.- Se encogió de hombros.- Me gusta tu nuevo estilo.- Se acercó.- Te sienta mejor.- Acercó su rostro al de la menor y esta retrocedió un poco.

¡No Moriré Otra Vez! /Editando/ Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora