Ayuda inesperada

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Capitulo 29  

Abrí los ojos y me levante agitada, mi cabello se encontraba pegado a mi rostro y cuello por la transpiración, había tenido una pesadilla, de las que hace mucho no tenía. Nathaniel estaba ahí, sosteniendo su espada frente a una yo arrodillada en el suelo, rogando por misericordia, pero eso no lo detenía, y cuando estaba a punto de decapitarme, me despertaba. 

Estaba en la habitación de la posada, a mi lado se encontraban Tanya y Serena, las tres dormíamos en la misma cama, sabía que Rafael se encontraba en el pasillo, pero una sensación de inquietud hizo que me levantara.  

Camine hasta el sofá mas cercano donde estaba colgada mi capa y me la coloque, no había una chimenea, y la habitación era iluminada por unas pocas velas. Luego camine hasta la ventana con marco de madera, tapada por cortinas verdes, y moví una de ellas. 

La habitación daba a un oscuro callejón, y a lo lejos podían verse algunos faroles de la pequeña ciudad. 

Suspire, y del bolsillo de la capa saque aquel reloj de oro que una vez Nicolás me regalo. Eran las 4 de la madrugada. 

"Para que no vuelva a perder la noción del tiempo."- Eran las palabras que el príncipe había escrito en la pequeña nota junto al regalo.  

Ni si quiera había sido hace mucho tiempo, pero aquel recuerdo se sentía lejano. 

-¿Señorita?- La voz de Tanya me sacó de mis pensamientos y me gire, depositando mi mirada en la azabache sentada en la cama, con la mirada preocupada y algo cansada. 

-No podía dormir.- Exclame y ella asintió.- Estoy preocupada.- Camine hasta el sofá y me deje caer sobre este cansada. 

 Antes de que Tanya pudiera responder, Rafael entro a la habitación y cerró la puerta con fuerza despertando a Serena.  

-¿Que sucede?- Cuestione y este frunció el ceño mientras buscaba con desesperación algo en la habitación. 

-Saben que estamos aquí, la están buscando.- Con una extraña tranquilidad respondió. 

-¡Hay que irnos!- Tanya se levanto rápidamente, se coloco sus zapatos y ayudo a levantarse a Serena quien parecía tener dolor de cabeza. 

-¿Que hay de Felipe?- Cuestione preocupada. 

-Está distrayendolos abajo...baje mientras el hacía su guardia y salí de la posada, habían algunos caballeros preguntando en los bares sobre Lady Serena y Usted, la camarera que nos atendió...ella nos delató por unas cuantas monedas de oro.- Gruño.- Deben estar revisando las posadas cercanas, Felipe dijo que crearía una distracción y luego nos encontraríamos en la frontera.- Abrió la puerta un poco y observo el pasillo. 

Asentí, y las tres nos apresuramos en tomar nuestras cosas.  

-No hagan ruido, salgamos de aquí.- Abrió la puerta del todo y las tres salimos. 

Caminábamos en fila, intentando no hacer ruido, no sabíamos si ellos ya habían encontrado la posada, Rafael iba al frente, Serena iba detrás de el, luego estaba yo y por último Tanya quien sujetaba mi mano observando con precaución cada vez que doblábamos por un pasillo. 

 -Quietas.- De repente el castaño freno, y llevo su mano a la espada que le colgaba en la cintura. 

El sonido de las pisadas en aquel viejo suelo de madera no tardaron en aparecer. 

-¡Nos encontraron, corran!- Se dio vuelta y ordeno, luego se coloco detrás de nosotras y los cuatro comenzamos a correr por los pasillos.  

Solo faltaba doblar por un pasillo, y llegaríamos a la escalera, pero justo cuando doblamos un caballero apareció y tomo a Tanya por la fuerza. 

¡No Moriré Otra Vez! /Editando/ Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora