Dulce omega ; jimsu

Capítulo veintitres

Dos semanas pasaron, dos semanas donde Yoongi todos los días se tapaba el cuello con una bufanda, donde cubría la maldita marca de ese alfa con su propia vida, donde siempre que se duchaba se tallaba la piel hasta dejarla casi chorreando sangre. 

Desde esa noche el hombre y los betas desaparecieron de la faz de la tierra por arte de magia. Al final habían logrado su cometido y ya no necesitaban nada más del omega.

Por otro lado él había logrado fingir su felicidad de manera perfecta porque solo lograba sentirse bien cuando Jimin estaba cerca de él y le dejaba oler sus feromonas.

Al día siguiente de la trágica noche se enteró de que su madre nunca esperó despierta por él sino por su padre. En la mañana el hombre había entrado borracho, una imagen que no sorprendía a nadie en ese punto pero que hizo que la sangre de Yoongi hirviera.

Así que cuando su madre se fue al trabajo él entró en la habitación de sus padres y tomó el celular de Christopher, la confianza que le tenía a su padre ya no existía y el hombre que alguna vez llamó héroe ahora solo era uno más del montón.

Abrió la aplicación de la cuenta bancaria, sabía que tendría que haber conseguido dinero de una forma u otra para irse a beber, pero solo sintió rabia cuando vio que el hombre era realmente millonario. Había una cantidad de dinero que ni él se imaginó ver en su vida, él les había mentido durante años.

Abrió la galería y miró foto por foto, en fiestas, con hombres y mujeres tal como le habían dicho los deudores tiempo atrás. Chris solo gastaba su dinero teniendo sexo con cantidad de gente, de fiesta en fiesta, de omega en omega.

Sintió asco de sí mismo y de cómo podría ser hijo de un hombre tan despiadado y desagradable como él.

Cuando despertó Yoongi le reclamó y le gritó hasta casi quedarse sin voz por qué le había hecho todo eso y su respuesta fue aún peor.

—Necesitabas tu primera lección de vida ¿no crees? Tú ganaste un alfa a tu lado y yo me libré de esos imbéciles, ambos salimos ganando niñato —y se rió, se rió tan fuerte como nunca lo había hecho. Le admitió con una sonrisa en los labios que tenía un mejor trabajo del que pensaban y que nunca les daría un solo won.

—¡Eres un cerdo! Te odio, si tuviera la oportunidad de volver a ser tu hijo preferiría sucidarme delante de tus propios ojos. ¡Asqueroso! ¡Eres un enfermo de mierda y lo único que mereces es la muerte! ¡Te detesto! —gritó sintiendo su garganta arder como nunca en su vida, juraría que podría desgarrarse pero no le importó y, con sus emociones a flor de piel lanzó en celular del hombre contra una de las paredes haciéndolo añicos, pero enfureció más cuando Christopher no tuvo expresión alguna—. Ojalá pagues en el infierno cada una de las cosas que hiciste conmigo y con mamá.

Había vivido engañado toda su vida y ahora no tenía un solo aliento para seguir reclamando. 

Su madre nunca le creyó la historia, enfureció como lo había hecho desde hace semanas, le gritó que solo era un omega que le entragaba el culo a cualquiera y nada más. Su padre era el único que sabía la verdad pero nunca lo defendió, solo disfrutó el show en primera fila.