Dulce omega ; jimsu

Capítulo uno

Luego de haber terminado su jornada escolar Yoongi corrió hacia la farmacia, si volvía a llegar tarde probablemente sería despedido.

Min trabajaba allí desde hace unos pocos meses, tenía suerte de haber sido aceptado a los diecisiete años en un trabajo y más aún siendo omega; pero todo esto había sido gracias a que el dueño era amigo de sus padres.

Había comenzado porque la situación económica en su hogar ahora mismo no era la mejor, su madre estaba desempleada y su padre tenía un trabajo de medio pelo que a duras penas les daba para comer.

Aceptó también por la razón de que se acoplaba a su horario escolar, sin embargo, lo más importante era que tenía supresores gratis. Una pequeña ventaja de ser amigo del dueño.

—¿Otra vez tarde? —dijo Minho rodando los ojos—. Ya sabes que llevas varias semanas advertido.

—Perdone señor Lee —dijo haciendo una reverencia y corriendo detrás de la vitrina—. Ya sabe que a veces en la escuela no me dejan salir a la hora correcta, por favor no me despida usted más que nadie sabe cuánto necesito el trabajo.

Minho al escuchar el tono necesitado y nervioso del chico resopló resignado.

—Bien, solo ten más cuidado —tomó su mochila y se despidió—. Cuida muy bien de todo, no querrás pagar un montón de medicina.

Y sin más el beta se había ido.

Yoongi soltó un suspiró mientras acariciaba sus sienes y comenzaba a limpiar por casi todos lados, el señor Lee no era alguien muy adicto al orden que digamos.

꒰ ੭

Jimin solo miraba el sobre de supresores vacío mientras trataba de no perder la cordura. Su celo había empeorado notablemente las últimas veinticuatro horas y había tenido que tomar dos, por ende pronto se acabaron.

Así que no tuvo más de otra que salir de casa lo más rápido posible, el último supresor que se había tomado todavía tenía efecto para unas tres horas más, así que era suficiente.

Llegó tan pronto como pudo a una farmacia cercana, al entrar logró ver a un chico bastante concentrado en algunos libros, al parecer estaba haciendo su tarea, pero ¿en horas laborales?

Rio para sus adentros, la imagen de aquel chico concentrado entre todos esos libros era bastante divertida. Sin embargo recordó su misión principal y habló:

—Uh, hola —dijo con timidez y el chico solo emitió un sonido para hacerle entender que lo estaba escuchando—. Estoy buscando supresores en pastilla, quería saber si usted tenía.

—Obvio que tengo —dijo con obviedad mientras rodaba los ojos e iba a la parte trasera del lugar, luego de unos minutos llegó con varias cajas en sus manos—. ¿Buscas alguna de estas en específico?

Jimin se acercó un poco dudoso mirando las cajas, justo en ese momento Yoongi arrugó la nariz al sentir un olor a leche de fresas, era demasiado dulce y tal vez embriagador, tanto así que Min tosió.

—Este —dijo el rubio.

Mientras Yoongi le recibía el dinero Jimin se fijó en el chico, era claramente un omega, era de tez blanca y muy delgado, de su misma estatura; pero Park pensó que se veía mucho más débil y decaído que él, aunque cabe resaltar que lo más lindo del chico era su cabello color menta.

Pero también debía aceptar que el olor de sus feromonas era algo bastante agradable, una mezcla entre fresa y sandías, sus frutas favoritas.

—¿Estás en celo? —dijo repentinamente asustando a Jimin y este asintió—. Bien, tómate esto ahora mismo, tu olor es demasiado fuerte y podrías tener problemas afuera.

Yoongi sacó de su mochila una botella de agua y se la entregó al menor, aquel omega con rapidez hizo lo recomendado.

—Muchas gracias —susurró.

—No es nada, cuídate de los alfas imbéciles que andan por ahí afuera —Jimin volvió a agradecerle y salió del lugar.

Tenía varias preguntas: ¿Dónde había encontrado ese tono de tinte para el cabello? En cierto punto le daba envidia pues se le veía demasiado bien al de tez blanca, en cambio él ya estaba un poco aburrido de su cabello rubio, demasiado simple para su gusto.

Dos, no era tanto una pregunta, sino una sorpresa: ¿Había conseguido trabajo siendo omega? ¿Qué tanto le había costado?

Por otro lado Yoongi se encontraba con los pelos de punta porque aquellas feromonas con olor a leche de fresa todavía no se habían ido de aquel lugar.

Debía admitirlo, su nariz estaba irritada, especialmente por algo.

Ambos compartían el olor a fresas.