Vecinos nuevos

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El calor de sus mantas la hacía sentir segura, no quería ir a la preparatoria. Sin embargo, un grito la obligó a despertar.

- ¡Max! - Mirdie, su hermana, abrió la puerta de su habitación -. Ven a desayunar.

- Mgh... ¿qué no te enseñaron a tocar? - se quejó la eriza de púas plateadas, estirando sus brazos.

- Solo baja, eriza vaga.

- ¡Y por eso me envidias!

Maxine bajó a la sala, donde se encontraban sus hermanos y sus padres. Recordó la discusión que había tenido con su madre el día anterior, ella insistía en que, cuando cumpla sus 17 años, debería buscar sin descanzar a su alma gemela. Maxine no pensaba hacerlo, prefería dedicarse tiempo a ella misma en vez de perderlo con otra persona.

- Hija, en cuatro días cumples 17 años, ¿sabes que significa eso? - la mujer dejó los platos con el desayuno en frente de cada uno de sus hijos y esposo.

- Sí, que vas a joderme aún más con lo de las almas gemelas - respondió violenta la eriza de púas plateadas.

- ¡Maxine! ¿Qué es lo que te pasa? - su padre estaba tan insistente como su madre.

- Me pasa que no quiero que sigan insistiendo con ese tonto tema, ¿saben? No quiero tener que buscar a mi alma gemela, y punto.

- Técnicamente - interrumpió Mird, su hermano -, tu no buscas a tu alma gemela, sino que el destino los junta.

- Nadie pidió tu opinión, nerd - respondió Max.

- Tu eres más nerd que yo, cuatro ojos.

La eriza oji azul se levantó, se preparó y se fue a la preparatoria. Era su primer día, ya que se habían mudado hace poco y recién unos días antes pudieron anotarla en una prepa.

Pensó en lo que había dico Mird, "Tu no buscas a tu alma gemela, el destino los junta" ¿qué tal si había conocido a su alma gemela en su anterior ciudad y ahora lo había perdido? Tal vez no sea tan malo, podría tener toda su atención fija únicamente en ella.

Tardó un par de minutos en llegar, ya que la preparatoria estaba algo lejos de su casa. En cuanto puso un pie en la escuela lo recordó, se maldijo.

- Disculpa - le tocó el hombro a un erizo color negro de betas rojas -, ¿sabes donde queda el baño de las chicas?

- No molestes, cuatro ojos - respondió.

- Es por aquel pasillo - le contestó otro erizo color plata.

- Gracias - respondió Maxine.

Agradeció interiormente el hecho de haber puesto un frasco con unas pastillas anticelo. Sabía que no era algo "natural" evitar su periodo de celo, pero la última vez casi la violan. Se tomó una y la tragó con un poco de agua de los grifos. Posible crisis evitada.

Salió de los baños y chocó con alguien, cayendo ambos al suelo.

- Lo siento - dijo Maxine levantando la mirada y logrando ver a un zorro amarillo de dos colas.

- Tranquila, no pasa nada - respondió el zorro, y la ayudó a levantarse.

Sus lentes se le habían caído, y comenzó a buscarlos por el suelo con la mirada. Estaban a unos centímetros de sus pies, asi que se agachó a levantarlos y se los volvió a poner.

- Si no es mucha molestia, ¿podrías decirme donde queda el salón 3-A? - preguntó la eriza.

- Sí, de hecho ese es mi salón. Asi que podemos ir juntos - respondió el zorro. Maxine asintió -. Soy Miles, pero me puedes decir Tails, ¿y tú?

Tus ojos carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora