Juntos

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<<Omnisciente>>

Su piel estaba brillosa, probablemente por el agua tibia que la estaba bañando. Sus púas estaban mojadas, y con algunas gotas a la vista. Él tenía una perfecta vista de su espalda, así que la abrazó y apoyó su cabeza en su hombro izquierdo.

Ella soltó una risita.

—¿Qué haces? —preguntó, su voz estaba mucho más melodiosa que antes.

—Shh, disfruto del momento. —Comenzó a besar sus hombros. Luego, besó cada una de las marcas que había dejado en su cuello.

—Sh-shad...

—¿Mmh? —Ella jadeó—. Amo cuando me llamas así...

—¿Así como, Shad? Shad, Shad, Shad, Shad —tarareó, para luego reír—. Y yo te amo a tí.

Él sonrió, casi nunca lo hacía. Pero ella era la única que podía sacarle una sonrisa.

—También te amo —Poder decir eso era estar en el cielo. Después de meses reprimiendo sus sentimientos, por fin podía decir "Te amo", a quién en verdad amaba.

Se aferró más a ella, sin las más mínimas ganas de separarse. Quería estar así por el resto de la eternidad, sólo ellos, sólo su paz y su amor.

—¿Qué se supone que somos, después de esto? —preguntó Max de repente, tomando casi por sorpresa al azabache.

—Lo que sea que quieras ser. —Se aferró mucho más, y besó el cuello de Max—. Sinceramente, no me importa lo que seamos, si puedo tenerte en mi vida.

Max soltó una risita de ternura. Una de las mejores versiones de Shadow (y también una de las que más le gusta) es el cariñoso.

—Max, ¿Tú... tú querrías ser algo más que amigos? —Ella respondió que sí—. Genial, porque no estoy dispuesto a ser amigos después de esto.

—Yo tampoco —La eriza unió sus labios con los del azabache, en un beso lleno de pasión. Fue corto, pero duró lo suficiente como dejar a Shadow con ganas de más.

Max se levantó y salió de la tina, dándole al azabache una perfecta vista de su parte trasera. Shadow se sonrojó, e incluso tuvo un pequeño "problemita".

La eriza se envolvió en la bata, y se volteó a ver por qué él aún no salía de la tina.

—¿Qué pasa? —Se acercó, mientras que Shadow sólo se hundió más en el agua—. ¿Por qué no sales, Shad?

—Umh... creo que... voy a quedarme un poco más aquí —dijo con nerviosismo, rezando porque ella no se diera cuenta de su erección.

Ella rió. —Van a salirte arruguitas en los dedos por estar mucho tiempo en el agua. Ven, mejor hay que cambiarnos.

—¡No! Es que... tengo un... problemita...

—Anda, ¿qué problema podrías tener? —preguntó con inocencia, sin imaginar lo que diría Shadow.

—Tengo una erección. —habló lo más rápido y bajo que pudo, pero Max lo escuchó.

Ella comenzó a reír a carcajadas, y casi lloraba de la risa. El azabache evitaba mirar a la eriza, y sólo desviaba la mirada.

Max tuvo calmarse cuando sintió un ligero dolor en su estómago.

—¿Quieres dejar de reírte? —preguntó Shadow de mala gana.

Entonces ella volvió reír, aún más fuerte que antes. Cosa que irritó al azabache, que no sentía ni una pizca de gracia.

—Bien, bien —Paró de reír—. Yo voy a cambiarme, tú... no sé, sólo arregla eso.

. . .

Había comenzado a llover, la tarde era bastante tranquila.

Todas las cortinas estaban cerradas, la casa estaba oscura en la planta baja. Arriba, había apenas luz por las pequeñas lamparitas en las mesitas del pasillo.

Max estaba en su habitación, la cual también sólo tenía la débil iluminación del foco del techo. Shadow también estaba con ella.

Ambos estaban acostados en la cama, abrazados.

Había un bello silencio, del que los dos disfrutaban. Hasta que el teléfono de Max comenzó a sonar. El azabache se molestó un poco, ¿quién podría interrumpir su momento?

—¿Quién es? —preguntó, pero sus palabras se desvanecieron en el aire, ya que nadie respondió.

Max contestó, habló por unos cortos segundos y cortó.

—Era Tails. Nos invitó a una fiesta el sábado, ¿quieres ir?

—No, pero tú ve si quieres.

La eriza lo pensó. Probablemente Tails se la pasaría con Sonic, y ella ahí, pintada. En su lugar, podría pasar el día con Shadow, juntos; eso era un mejor plan.

—Prefiero estar contigo —Se acercó a él y lo besó. Lo abrazó y se acomodaron.

[•••]

Era casi media noche. Como siempre, Shadow estaba en casa de Max. María había comenzado a trabajar mucho y ya casi no la veía, sentirse solo ya no le gustaba; así que se la pasaba en casa de su novia.

—¡Shad, Shad, Shad! —Max comenzó a gritar bajando las escaleras.

—¿Qué, qué sucede?

La eriza bajó por completo las escaleras y se sentó en el sofá, al lado de su novio.

—¿Qué tal si hacemos galletas de avena?

—Max, es casi media noche.

—¿Y? Galletas de media noche —Shadow siguió mirándola sin dar respuesta—. ¡Vamos! No nos tardará mas de treinta minutos hacerla, ¿porfi?

El azabache soltó un suspiro.

—Bien. ¿Qué necesitamos?

—Necesitamos... tres bananas, avena, un huevo y miel. Creo que tengo todo.

Ambos se pusieron a buscar todo lo que iban a necesitar, y, afortunadamente, tenían todo.

Primero, aplastaron las bananas, le pusieron miel y mezclaron. Después, pusieron la avena junto al huevo y volvieron a mezclar.

Prepararon la bandeja del horno, pusieron la masa de las galletas (con la forma de una), y las cocinaron.

Mientras se cocinaban, ordenaron un poco la sala y la cocina.

Finalmente, luego de 15 minutos, las galletas estaban listas. Las comieron mirando una película juntos, y luego, se fueron a dormir.

Ambos habían disfrutado de estar juntos.

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Les regalo la receta de galletitas (la vio mi mami y me dijo que las hagamos)

Realmente, la cantidad de bananas depende de cuánta avena tengas y cuánta galletas quieras hacer pero bueno.

Se les ama.

Tus ojos carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora