Era el primer día de Mau fuera del hospital, su madre le había dicho que se pusiera muy fachero porque llegando a casa le presentarían a una persona que era muy especial para él.

Iban en camino en el auto, él estaba en el asiento trasero y se encontraba demasiado nervioso. ¿Quién era esa persona misteriosa y por qué su madre no le había contestado nada cuando le preguntó el porqué de que esa persona fuera tan especial para él? Como desearía poder estar con su amigo Mauro para preguntarle a él.

Le sudaban las palmas y sin darse cuenta no podía dejar de frotar sus manos en sus piernas. Sus padres iban en el asiento delantero charlando sobre distintas cosas vagas. Él se preguntaba como ellos podían vivir como si nada cuando él estaba con esa incertidumbre de no poder recordar nada de su propia vida.

Trató de no pensar en aquello y distraerse con algo random de la calle, lo cual resultaba efectivo, aunque ese vacío en su interior seguía presente.

Llegaron pronto a casa, cuando se dio cuenta sonrió, al menos recordaba su casa, su niñez. Momentos de felicidad que esperaba jamás olvidar.
Aunque su sonrisa se borró rápido cuando su madre le pidió que bajara del auto pronto y recordarle que lo estaban esperando.

Ya voy, ma'—Estaba sumamente nervioso, aún más en cada paso que daba hacia el interior de su casa, incluso sintió que estaba viviendo una película de terror.

Al entrar, lo hizo lento, muy lento. Pero al final del pasillo estaban sus padres esperándolo con una cálida sonrisa, al entrar a la sala sintió que todo era en cámara lenta, pudo visualizar a un chico alto, moreno con cabello corto azabache y una enorme sonrisa.

¿Quién rayos era él?

Holaa, Mau
Lo saludó bastante emocionado el muchacho y se acercó peligrosamente a él.

A lo que Mauro por instinto se hizo hacia atrás, buscando a su madre. Al chico no pareció extrañarle la reacción que tuvo Mauro al verlo, simplemente se disculpó y permaneció calmado sin moverse de su lugar.

Hijo, él es Ignacio...
Se dirigió Karina a explicarle a su pequeño hijo con delicadeza y tacto.

¿Y quién es?—Preguntó, sin quitarle la mirada de encima al chico, viéndose como un gatito a la defensiva y asustado.

Karina tomó aire ligeramente y volteó a ver a su marido, preparándose para cualquier tipo de reacción que el menor pudiera tener ante la noticia. Ella no sabía si él recordaba haber experimentado atracción hacia los chicos y la verdad no encontró la manera correcta de preguntárselo sin asustarlo, Mauro creía tener 14 años y ella nunca supo cuando fue que él descubrió su sexualidad.

Aún así debía afrontarlo y si Mau no quería estar más con Ignacio, él ya estaba dispuesto a aceptarlo. Era algo que los padres ya habían hablado con él.

—Mi amor, él es...—Tragó saliva sin poder seguir hablando, y Mauro la miró expectante, preguntándose por qué su mamá actuaba así.

Su padre, al percatarse de que Karina no podría decirlo, tomó la iniciativa y miró a su hijo, dedicandole una pequeña y calida sonrisa y hablando con calma.
—Mauro, Ignacio es tu novio...—Le dijo sin más, Mau miró a su padre, sin dejar de abrazar a su madre, y luego desvío su mirada al morocho, quién jamás había dejado de darle una cálida sonrisa.

Hubo un pequeño momento de silencio, no querían presionarlo a nada y dejarlo reaccionar.

—¿Mi... mi novio?—Preguntó en voz baja, sin quitarle la mirada de encima a Ignacio.

—Así es, corazón

La cabeza de Mauro era un quilombo en ese momento, tantas cosas que digerir, no le había sorprendido en sí, el ser una persona que le atrajera el mismo sexo, él recordaba haber estado un poco en duda desde los 13 pero para ser sincero no había pensado mucho en eso, las relaciones no era algo que le interesara tanto en ese momento de su vida, lo que le sorprendía era que su familia lo aceptara completamente y que tuviera un novio, y más aún, un novio tan lindo. Sólo que ahora no quería externarlo del todo. No estaba completamente confiado. Se sentía algo extraño.

La habitación estuvo en silencio por un par de minutos, Mauro no le despegaba de encima la mirada al chico, sus padres a él, e Ignacio miraba de Mauro hacia los padres sin saber exactamente qué hacer.

De un momento a otro se decidió sin pensarlo mucho y se acercó rápidamente al menor.
—Mucho gusto, Mauro. Me llamo Ignacio—dijo sonriente, tendiendole su mano.

Mauro miró a su madre y ella le asintió sonriendo pequeño.

Él la soltó de su abrazo, y le estrechó la mano a Ignacio, ambos bastante nerviosos.

—Un gusto—dijo tímido—Lamento si no me acuerdo de vos, imagino que ya sabés lo que me sucedió—comentó señalando su cabeza.

Ignacio sonrió, amaba la confianza que Mauro demostraba al segundo de conocer a alguien, para no incomodar a las demás personas.

—No te preocupés, yo entiendo y verás que vas a recuperarte, te lo aseguro

Mau le sonrió pequeño, sentía cómo le latía rápidamente el corazón, pero era mas que nada por los enormes nervios que sentía. Por descubrir algo muy nuevo de su vida, tanto como saber que le gustan los chicos, y preguntarse si también le gustan las chicas, hasta saber cómo es estar en una relación.

—Bueno, ahora que se conocieron, vamos a comer—Habló Karina dirigiéndose a la cocina, tratando de no hacer tan dramática la revelación, era algo que había recomendado el médico de Mauro.

—Vamos

🍽

—Mamá, ¿puedo subir con Ignacio a mi habitación a ver una película?—

Esa pregunta sorprendió a los otros tres en el comedor, ninguno de ellos pensaba que Mauro tendría la confianza tan rápido de estar a solas con el morocho, pero trataron de seguir con naturalidad y ella asintió.
—Claro, cariño. No tenés que pedir permiso, ya lo sabés—habló sonriente y le guiñó un ojo.

–Gracias—correspondió la sonrisa y se puso de pie—¿Vos querés, Ignacio?—lo miró y el contrario asintió gustoso, poniéndose de pie.

Subieron en silencio las escaleras hasta llegar a la habitación del menor.

Al entrar, Mauro quedó impresionado con lo cambiada que estaba su habitación, era un poco mas ordenada y parecía más de un adulto, a su manera de ver las cosas, pero aún así le daba una sensación de comodidad y hogar.

Miró a Ignacio sin saber qué decir.

—No es cómo la recordabas, ¿verdad?—Preguntó el morocho con tranquilidad.

—Para nada—Soltó una risita—Pero aún así me gusta—

—Me alegra—Se acercó un poco al menor y esta vez él no se alejó—Entonces, ¿querés ver algo?—

Mauro asintió y se sentó en su cama, haciendo una seña con su mano para que Ignacio se sentara a su lado.

Para él era muy nuevo el estar en pareja, quería descubrir esa faceta suya, quería saber como se siente y conocer por qué le gustó tanto Ignacio que lo hizo ser su novio.

Fue así cómo pusieron una película y apagaron las luces, sentándose algo lejos el uno del otro, Ignacio quería respetar el espacio y la confianza que Mauro necesitaba pero este sentía que la distancia era demasiado, muy en el fondo quería estar acurrucado con el mayor, el Mauro mayor que en realidad era, llamaba por contacto con su pareja, sólo que no sabía como acercarse.

Poco a poco Mauro se fue recostando en su cama, sintiéndola suave y muy cómoda.

—Hace algo de frío, ¿no?—Llamó la atención del mayor, con algo de timidez, aclarandose la garganta.

—Oh, ¿querés que te traiga una cobija?—Preguntó Ignacio preocupado, y casi se pone de pie para ir a buscarla, pero el fue sorprendido y detenido por el agarre del menor, en su muñeca.

—M-mejor, ¿me abrazas?—Preguntó casi inaudible y el mayor murió de ternura en ese momento. Extrañaba a su Mauro.

—Claro, pequeño.—Respondió con una gran sonrisa, acomodándose a su lado y atrayendolo hacia sí.

Mauro sintió algo en su pecho, aún tenía miedo pero se sentía bien.

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⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

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𝐡𝐨𝐥𝐚, 𝐌𝐚𝐮! ; 𝐃𝐮𝐤𝐢𝐥𝐥𝐚𝐡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora