T R E S

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Primer día luego de vacaciones, solo tuve dos clases y ya tengo que entregar dos informes la próxima semana, comenzar a trabajar en un proyecto grupal con avances semanales y tengo un examen dentro de dos semanas.

La maravillosa vida universitaria.

Debo admitir que estudiar periodismo no fue mi primera opción. Ni la segunda. Ni la tercera. No había nada que realmente llamara mi atención y comencé a descartar entre todas mis opciones y de alguna forma di con periodismo. Y resulta que se me da bien. Nunca he reprobado un examen, entrego todo a tiempo y supongo que es entretenido, así que intento ser lo más organizada posible con todo.

Lo primero que hago al Salir de clases es ir a la biblioteca y buscar los libros y documentos que hablen sobre la ética en el periodismo y sobre los registros de comunicación en la historia, que son los temas de mis informes. Envío al menos diez documentos virtuales a través de mi correo y pido a la biblioteca cuatro libros, para ver a detalle desde casa cuales usaré y cuales puedo descartar.

Es mi mejor forma de comenzar y no dejar todo para último momento.

Cuando ya tengo todo lo que necesito salgo de la biblioteca y el frío me golpea. Parte de vivir en Londres, y de tener a mi mamá como mamá, es aprender a siempre traer algo con lo que abrigarse y un paraguas retráctil en el bolso, porque el frío y la lluvia aparecen en cualquier momento.

¿El problema? En mi bolso claramente no esta mi sudadera y mi blusa a mangas largas no es lo suficientemente gruesa para protegerme del frío. Es decir, podría soportarlo, pero definitivamente sería mucho mas agradable volver a casa abrigada con mi sudadera.

- ¡Olivia! - escucho a alguien gritar mi nombre y cuando levanto la cabeza, me encuentro al mismísimo Steve caminando hacia mí. Agita algo en su mano y no tardo en reconocer la tela purpura de mi sudadera.

¿Será este mi ser amado?

¡NO!

Sacudo la cabeza y elimino el pensamiento de mi mente. Tengo prohibido ir por ese camino, totalmente prohibido. Entre broma y broma, termino sintiéndome fuera de lugar solo por las ideas que se forman en mi cabeza.

- Lo olvidaste en la cafetería - la voz de Steve me saca de mis pensamientos. Ni siquiera había notado que ya había llegado hasta a mí.

- Gracias - sonrío y ambos nos quedamos en silencio.

¿Debería decir algo más? Porque no sé qué decir y esto se vuelve incomodo, de nuevo, así que para disimularlo dejo mi bolso en el suelo y procedo a ponerme al fin mi sudadera.

- Creí que moriría de frío camino a casa - digo, arreglándome el cabello antes de volver a colgarme el bolso al hombro - ¿Cómo supiste que estaba aquí?

- Valerie me lo dijo, junto a algo sobre que no aguantarías a comenzar a organizar y adelantar material para tus clases y de que te pasarías la tarde aquí.

- Pues se equivocó, solo fue una hora, no fue toda la tarde.

Parece causarle gracia, porque ríe un poco y eso me hace sentir más relajada.

- ¿Vas a casa? Si quieres puedo llevarte, tengo mi auto en el estacionamiento.

Lo pienso durante un momento.

¿Los dos solos encerrados en un auto? La parte de mi que quiere actuar con naturalidad quiere decir que sí. Pero hay una parte de mí, esa parte que sobrepiensa mucho las cosas, que cree que es una mala idea.

Pero ¿por qué lo sería?

Pienso en esta mañana, desayunando junto a Val y Eric. Conversamos, nos reímos y además de esa primera impresión, no fue para nada raro.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora