S I E T E

18 1 1
                                    

Me pasé el resto de la semana evitando a Steve y admito que me asusta admitir el por qué. Me excusé en estar ocupada con la universidad, así que pasé la mayor parte del tiempo con Danielle y Melanie. A Valerie solo la vi en los momentos en que estaba segura de que Steve no estaría presente.

Cobarde.

Que me dijera que le gustaba una chica se sintió como un balde de agua fría y mientras una parte de mi está segura de lo que ocurre en mi cabeza y mi corazón, me niego a admitirlo. Admitirlo es hacerlo real y yo no quiero que sea real. Me niego rotundamente.

No es que tenga miedo a enamorarme, al menos eso quiero creer. A pesar de las cosas que pasaron entre mis padres siempre fui el tipo de chica que soñaba con vivir una historia de amor digna de un romance de película. Ahora mis expectativas son más realistas, pero me sigue gustando la idea del amor.

He tenido dos novios oficiales y recuerdo que era emocionante ese cosquilleo en el estomago al ver al chico que te gusta. Aunque en ninguna de esas veces me sentí de esta forma y eso es lo que me confunde ¿Qué se supone que estoy sintiendo?

Es viernes y con Valerie quedamos en almorzar juntas antes de que ir a casa. Y sorpresa ¿Quiénes se unieron? Eric y Steve.

Mis clases se acabaron y voy camino hacia la entrada del campus, donde me encontraré con mis amigos. Llevo el teléfono en la mano y voy revisando un curso de decoración de pasteles que me apareció como publicidad en Instagram. Una vocecita en mi cabeza me grita que lo haga.

Voy llegando a la entrada del campus, así que guardo mi teléfono y busco con la mirada a mis amigos. Al único que veo es a Steve, sentado con los ojos clavados en un libro.

Suspiro y me acerco a paso lento. Cuando estoy lo suficientemente cerca él me nota y levanta la mirada del libro. En cuanto sus ojos se posan en mi me dedica una enorme sonrisa que hace que me tiemblen las piernas. Lo veo poner un marcapáginas en su libro para poder continuar su lectura más tarde. Se pone de pie y se acerca a mi a paso lento.

Cuando llega a mi lado, me toma por la cintura y me eleva, girando conmigo en brazos. Suelto un chillido ante la sorpresa.

- Siento que no te he visto en años - dice cuando me deja sobre mis pies.

- Pero si desayunamos el lunes - El día de su emocionante noticia.

Steve se separa de mí, pero no deja de sonreír.

- Ya me acostumbré mucho a ti, te extrañé - Ahí está de nuevo, el cosquilleo en mi estómago - La próxima vez que estés tan ocupada te obligaré a arrastrarme contigo a lo que sea que tengas que hacer.

- ¿Quién dice que te dejaré hacerlo?

- Yo lo digo, sé que por dentro te derrites por mí y me extrañaste tanto como yo a ti - dice a modo de broma y con una sonrisa engreída.

- De hecho, creo que estos días estuve mucho más tranquila, incluso dormí mejor ¿será porque no te tuve rondándome a cada momento?

Abre la boca con indignación y se lleva la mano al pecho fingiendo dolor.

- Me lastimas, Olivia Alejandra.

- Ya basta con lo de Alejandra.

- No hasta que admitas que me extrañaste, Alejandra.

- ¡Steve!

- ¡Alejandra!

Nos observamos el uno al otro, ambos cruzados de brazos. Mientras yo tengo el ceño fruncido, él tiene una ceja alzada hacía mí, demostrando que no piensa dar su brazo a torcer.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora