C I N C O

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Aunque ella para nada representa los cincuenta años que tiene, se puede decir que soy como la versión joven de ella. Realmente saqué todos sus genes. Compartimos los mismos ojos marrones, labios gruesos, piel blanca, algunas pecas esparcidas por la nariz y mejillas y el cabello oscuro y lacio. Aunque claro, ahora mamá tiene alguna que otra cana.

- ¿Invitaste a tus abuelos a venir este fin de semana? - pregunta.

Durante este fin de semana mamá hará una pequeña reunión para celebrar las fiestas patrias de Chile, mejor conocido como el 18 de septiembre. Vendrán algunos amigos de su trabajo y personas de Chile que mamá conoció por un grupo de Facebook.

- Si, aunque no podrán venir.

- ¿Y tus amigos?

- Eric y Valerie estarán aquí, aunque puede que invite a otro amigo.

- ¿Sí? ¿Y quién? Tu no tienes más amigos - Gracias mamá.

- Steve, es hijo del novio de la mamá de Val y está pasando el tiempo con nosotros, creo que te agradará porque estudia literatura.

A mamá se le forma una enorme sonrisa en el rostro. Ella estudió literatura y actualmente trabaja en una editorial. Siempre ha sido una devoradora de libros, gusto que yo no heredé.

- ¡Genial! Espero que pueda venir - dice, antes de tomar su teléfono - Cariño ¿a qué hora dijiste que tenías clases?

- A las once y treinta ¿por?

- Porque ya son las once y tardas treinta minutos en llegar a la universidad.

Aquí vamos de nuevo...

Al final fue mamá quien me llevó a la universidad en auto, porque no había forma de que llegara a tiempo por mi cuenta.

Durante la semana pasé mucho tiempo con Danielle y Melanie, compañeras de clase. Suelo hacer mis trabajos con ellas y pasar el tiempo cuando Val y Eric no están disponibles. No sé si las consideraría amigas, pero si nos llevamos bastante bien y la paso bien con ellas.

El mismo lunes envié un mensaje a nuestro grupo de WhatsApp, donde Steve había sido agregado recientemente, en donde los invitaba a mi casa el sábado por la tarde.

Antes de que me diera cuenta ya era sábado por la mañana y mientras mamá corría de allá para acá limpiando la casa, yo estaba en mi zona de confort: la cocina.

La verdad es que si hablamos de preparar comida la idea no me entusiasma mucho, pero si hablamos de dulces la cosa es diferente. Para el medio día ya tenía preparada una bandeja llena de calzones rotos y me encontraba rellenando los chilenitos y los empolvados con manjar.

Hacia las dos de la tarde, los amigos que mamá conoció por Facebook comenzaron a llegar. Algunos traían empanadas de pino o de queso, otros traían sopaipillas y entre varios compraron carne para tirarla a la parrilla. No sé quién fue, pero alguien se las arregló para conseguir pipeño y helado de piña, así que pronto ya estaban preparando terremotos para beber.

Ayudé a mamá a preparar una mesa en el patio trasero, donde acomodamos todas las cosas para comer.

El timbre sonó y como mamá estaba muy ocupada preparando una ronda de terremotos, a mí me tocó ir a ver. Al abrir la puerta me encontré a Steve.

Diosito ¿Por qué lo hiciste tan guapo?

Lo admito, mi primera reacción fue mirarlo de pies a cabeza. Viste unos jeans oscuros, una camiseta blanca, una chaqueta de mezclilla y vans negras. Trae su cabello peinado hacia atrás una sonrisa en los labios.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora