D O S

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Entramos a la cafetería y por suerte no fue difícil encontrar una mesa donde nos sentáramos los cuatro. Por supuesto, Valerie se sentó junto a Eric, lo que me dejó a mi sentándome junto a Steve. No estoy segura de si eso es bueno o es malo, sentada junto a él no tengo que verlo a la cara durante todo momento, pero si soy mucho más consciente de su cercanía.

En cuanto nos sentamos Valerie comenzó a hablar de cómo fue la experiencia de sus padres presentándolos y que, si no fuera por Eric, la situación habría sido mil veces más incomoda.

No pasaron ni cinco minutos antes de que yo escapara al baño.

Así que aquí estoy, mojándome el rostro con agua fría a ver si mi cerebro logra reaccionar de una vez. Todo lo que necesito es calmarme, actuar con naturalidad y no volver las cosas extrañas, porque está claro que desde ahora veré a Steve bastante seguido. Conozco a Valerie y sé que ya decidió que Steve sería parte de nuestro pequeño grupito, ni siquiera le importa si el chico ya tiene sus propios amigos.

Me seco el rostro con una toallita de papel y suspiro para luego verme al espejo.

¿Realmente esto me está pasando a mí?

No soy el tipo de chica que tiene sexo con un chico cada vez que va de fiesta. Es decir, cada uno hace lo que quiere, simplemente no es para mí. Solo he estado con tres chicos, dos de ellos fueron mis novios y el otro fue Steve.

Se habían acabado los exámenes, Valerie estaba enferma y algunos compañeros de clase me invitaron a una fiesta. Ahí conocí a Steve, aunque ni siquiera nos dijimos nuestros nombres. Conversamos, bailamos, reímos y coqueteamos. Para el final de la fiesta nos estábamos besando y compartimos un auto hasta su casa.

¿Me arrepentí? Claro que no. Honestamente me sentí más a gusto con él que con cualquiera de mis exnovios en su momento. Se encargó de hacerme sentir cómoda y deseada, se tomó el tiempo de averiguar lo que me gusta y me permitió hacer lo mismo. Lo disfruté y no me castigué por eso. Al fin y al cabo, puedo disfrutar de mi sexualidad de la forma que yo quiera ¿verdad?

A la mañana siguiente ni siquiera fue incomodo, al contrario, tomamos café juntos antes de repetir lo de la noche anterior. Me prestó una sudadera que aún tengo guardada en mi closet, nos despedimos y volví a casa en un uber.

No se suponía que volviéramos a vernos, no era parte del plan. Sabía que existía la posibilidad, nos conocimos en una fiesta universitaria así que suponía que estudiábamos en el mismo campus, pero no esperaba nada mas allá que cruzarnos en algún momento en la biblioteca o algún pasillo.

Y ahora resulta que es hijo el novio de la madre de mi amiga y no solo eso, sino que dicha amiga decidió adoptarlo como nuestro nuevo amigo.

- Bien Olivia, puedes con esto ¿Qué con que te lo tiraste? Al menos no puedes decir que no valió la pena - Digo para misma mirándome en el espejo, como si en español las palabras fueran a tener más efecto - Solo respira profundo y sal ahí con la frente en alto como si no te pasara nada, como si no te afectara.

Suelto un último suspiro y me dispongo a salir del baño. Vuelvo a la mesa, que ya se encuentra llena de comida ¿Cuánto tarde?

- Wow, creí que te habías atorado en el baño o algo así - Se burla Valerie cuando me siento frente a ella, a lo que yo le saco la lengua infantilmente.

- ¿Estas bien, Liv? - pregunta Eric, con su habitual amabilidad.

- Todo bien - Entonces me doy cuenta de que frente a mi tengo una infusión con olor a menta, un jugo de naranja y un pastel de zanahoria.

- Creí que eso te gustaría - dice Valerie y le sonrío con agradecimiento.

- ¿Y de que me perdí? - pregunto antes de darle un sorbo al jugo de naranja.

- Le contábamos a Steve sobre esos maravillosos dulces chilenos que preparas y que necesita probarlos - Valerie parece entusiasmada y debo admitir que siempre buscaré una buena excusa para preparar una de las delicias de Chile.

- Pues cuando quieran preparo algo - sonrío y, por primera vez desde que me senté, miro a Steve.

Sus ojos conectan con los míos y desvío la mirada antes de que se me note la incomodidad... o antes de que se me noten las cosas en las que pienso. El recuerdo de él sobre mí, yo sobre él, ambos desnudos...

Por suerte, el tema cambia y comienzan a hablar de como ya se pusieron de acuerdo para hacer ejercicio juntos. Al parecer la universidad tiene un beneficio estudiantil con descuento a un gimnasio asociado, beneficio del que claramente yo no tenía idea. Y resulta que Steve va a ese gimnasio.

Porque claro, esos músculos no se forman solos.

Luego Valerie interviene hablando de lo aburrido que le parece hacer ejercicio y por supuesto, yo la apoyo. Entonces se forma una discusión en donde somos nosotras contra ellos hablando de los pros y contras del ejercicio, donde claro, sabemos que ellos tienen razón, pero somos demasiado orgullosas para admitirlo.

El ambiente se volvió cada vez más agradable, al punto de que ni siquiera noté el momento en que dejé de sentirme incomoda. Simplemente fui formando parte de la conversación, incluso iniciando algunos temas yo.

Crucé miradas de casualidad con Steve en más de una ocasión, varias veces nos dirigimos directamente al otro y no se sintió extraño, solo dos personas hablando. ¿Quién dice que el sexo vuelve las cosas incomodas?

El verdadero reforcemos la amistad.

Aunque en ese momento ni siquiera éramos amigos.

Al final todo lo que necesitaba era un momento para procesar su presencia y salir del shock inicial. Ya lo dije, soy dramática, pero mi momento de drama ya pasó. Ahora puedo seguir con mi vida con total normalidad.

- Liv ¿no tenías clase? - pregunta Valerie de repente y la mesa se queda en un silencio sepulcral.

- Oh mierda, ¿Qué hora es?

- Faltan cinco minutos para las 11:30 - responde Eric y una maldición sale de mi boca.

Tengo cinco minutos para cruzar todo el campus. Es mi primera clase del semestre. Apenas terminaron las vacaciones y yo ya voy tarde.

- ¿Qué haces ahí sentada? ¡Corre! - Me grita Valerie, a lo que automáticamente recojo mi bolso y tras decirle a mi amiga que le pagaré mi parte del desayuno, salí de la cafetería a toda velocidad.

Quizá hay normalidades que no debería retomar.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora