Capítulo 11

1.5K 97 4
                                    

No paraba de pensar en el maldito ballestero. Al final Daryl me había ayudado como nunca todo ese mes, a veces sentía que si no llegase a haberle conocido, hubiera acabado loca, buscando a Negan, pegando tiros y luego muerta.

Igualmente conseguí dormir un rato, hasta que Ardilla me despertó con sus ladridos. Decidí que eso era suficiente, me vestí rápido, asegurándome de que todo estaba correctamente en su sitio, para luego ir hacia la comunidad.

Sí, no le iba a hacer caso. Y que se enfadase luego conmigo, me daba igual. 

Ardilla todo el rato estuvo conmigo, cosa que agradecí, pues cada paso que daba a la comunidad hacía que me diesen ganas de vomitar. Estaba nerviosa hasta el punto de sentir que me iba a cagar encima.

La cosa empeoró cuando llegué a la puerta, dónde me apuntaron con fusiles.

— Soy Charlie— grité haciendo que se mirasen entre los dos.

Tardaron unos segundos, pero acabaron abriendo las puertas para dejar ver a Deanna y a Maggie, que me saludaron muy animadas, con un abrazo. La última a la que abracé fue la de ojos verdes.

— ¿Cómo estás?— le pregunté.

Ella sonrió para acariciar a mi perro y se llevó la mano a la barriga.

— Bastante bien— respondió— ¿Quién es este chico?— preguntaba acariciándole.

— Ardilla— dije sonriente, ambas mujeres me miraron confundidas ante el nombre, pero lo ignoraron para seguir haciéndole mimos.

Después de un rato, Maggie se incorporó, se sacudió las manos y me miró algo nerviosa.

— Tengo que contarte una cosa.

Eso lo dijo acariciando su estómago, cosa que me hizo sorprenderme increíblemente.

— ¿Estás embarazada?— ella sonrió y asintió ante mi pregunta. No supe que como reaccionar, así que pregunté:— ¿Lo queremos o no lo queremos?

Sonrió.

— Lo queremos.

Eso me hizo abrazarla, felicitándola.

— Es una noticia increíble— le dije.

— Es la clara prueba de que sigue habiendo esperanza incluso en este mundo— habló Deanna. Yo le di la razón y Ardilla también pareció dársela, pues empezó a dar vueltas sobre si mismo, moviendo el rabo con alegría.

La verdad es que no sabía yo si eso era muy buena idea en un mundo como este. Si antes ser madre era una gran carga y muy pesada, ahora lo sería el doble. Pero Deanna tenía razón, además de que lo que me había dicho mi amiga antes de morir también era verdad, no tenía ningún sentido sobrevivir sin vivir.

Les conté que quería asegurarme de que todo estaba bien y prestar mis conocimientos médicos por si algo no salía como querían. Ellas me lo agradecieron y me invitaron a acompañarlas, estaban hablando de mejorar la comunidad, hacer huertos y extender los muros. Yo las escuchaba detenidamente mientras que mi perro se puso a investigar la zona. Al parecer, Maggie se había criado en una granja y sabía muchísimo de eso.

— Me gusta la idea— les dije mientras Maggie nos enseñaba que aquella tierra era buena para plantar.

—  ¿Qué estés aquí ayudando significa que quieres venir con nosotros?— preguntó la líder de la comunidad curiosa. 

Yo apreté los labios, pensativa. De momento con ellas me llevaba genial y aunque la gente siempre me ha dado pánico, he sabido llevarla. Mi hermano decía que soy una introvertida encubierta, pues siempre sabía cómo hablar con la gente por poco que me gustara.

El Fin del Mundo ✶Daryl Dixon✶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora