Capítulo 8

1.6K 110 2
                                    

Sacudí la cabeza para quitarme esa idea de la cabeza. No me gustaba y punto. Además, eso no debería de ser algo de preocupación para mi en ese momento lo más importante tenía que ser mi amiga, así que acabé caminando hacia mi cuarto.

Suspiré antes de abrir la puerta. No fue como antes, donde entré rápido directa hacia las mantas y luego me fui, ahora lo estaba analizando. Tantos recuerdos iban a acabar conmigo. No pude evitar mi cara de sorpresa al ver que todo seguía exactamente igual a como lo recordaba.

Di una vuelta sobre mi misma, sin poder creérmelo. Todos los pósters de mis bandas y películas favoritas. Los libros apilados en la mesilla. Una de las paredes llenas de mis dibujos, los cuales eran un poco preocupantes, dignos para que un psicólogo los analizase. Me paré en una de las estanterías, todos los discos seguían en su sitio.

— Lo dejó todo igual— dije sin poder creérmelo, miré a Daryl, que también observaba curioso mi habitación, él me miró confundido—. Mi padre— expliqué—. Me largué de casa al cumplir los 16 y me tiró todas las cosas del cuarto. A los 18 nos arreglamos y me dejó poner la habitación como quisiese— la señalé—. La dejé así. Poco después nos volvimos a enfadar y pensaba que lo había tirado todo pero...— levanté los brazos. Era obvio que no había tirado nada. Habían pasado diez años y todo seguía igual

Daryl prestó atención a cada palabra que dije, pero no dijo nada, solo siguió fisgoneando. Me puse nerviosa, decían que ver la habitación donde se crió una persona era como ver su alma. Daryl estaba viendo mi alma.

Lo ignoré para buscar todas las fotos que tenía guardadas en una caja. En mi búsqueda no pude evitar toparme con un montón de cosas que antes pensaba que eran indispensables, ahora ni siquiera me acordaba de su existencia. Era curioso cómo había cambiado todo. Agarré todas las fotos que encontré, sin verlas mucho, prefería hacerlo con Abby.

Cuando creí que estaban todas, las tiré encima de la cama y luego fui hacia el armario. Sonreí al ver mi antigua ropa, pero sobretodo al ver la vieja camisa de Radiohead doblada encima de unos pantalones grises de chándal. Esa era la ropa que me ponía antes siempre. La olí, recordando muchísimas cosas. Luego fui hacia el baño y me cambié rápidamente. Daryl me miró de arriba abajo antes de seguir fisgoneando en mi cuarto.

No le dije nada, solo estuve buscando un par de cosas más y acabamos bajando. Allí me encontré con una Abigail que tenía tres cartas encima de la mesa, las miraba dubitativa.

— ¿Qué pasa Abbs?

Ella me miró y frunció el ceño. No pude evitar darme cuenta de que estuvo llorando. Era una de esas personas a las cuales se le notaba un montón en los labios hinchados y en los ojos rojos.

— Una carta para Emma— señaló dicha carta—, ya sabes, diciéndole que es la mejor hija del mundo y eso— señaló otra—, esa es para Hank, para cuando vuelva de Nuevo México— luego ladeó la cabeza—. Si es que vuelve...— suspiró—. Quiero que se la leas tú imitándome, ¿vale? Pero no la leas hasta que llegue ese momento, tienes que improvisar— yo asentí y ella a señaló a la tercera carta—. Esa es para tu hermano. Creo que me pasé de insultos.

Yo la miré divertida.

— ¿Por qué le insultas?

— ¿Cómo que porqué le insulto? Me puso los cuernos con un tío. Siempre le dije que no pasaba nada, pero claro que pasaba, fue un cabrón.

La miré divertida.

— ¿No era que perdías un marido pero ganabas un amigo gay y que eso era más importante?— pregunté para molestarla.

Me miró mal.

— Me podría haber avisado, ¿sabes? No le costaba nada un: "Hola Abby, ¿cómo estás? ¿Qué tal en el trabajo? Ah por cierto, me gustan los tíos y sobretodo mi compañero de clase".

El Fin del Mundo ✶Daryl Dixon✶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora