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—¡¿QUÉ?!

—Sí, eres la novia de mi hijo... ¿no? —Simba frunció el ceño, algo confundido por la reacción de Fuli.

Ella se había quedado en shock. ¿Kion le había dicho a su familia que eran novios? ¡No lo creía! Kion sería incapaz de hacer algo así. Además de ser algo ilógico, ¿por qué lo haría? ¿con qué motivo? No, no, él no lo hizo, estaba segura. Pero entonces... ¿qué estaba pasando?

—Eh, no, majestad, no soy su novia —sin ocultar su incredulidad, decidió averiguar lo que estaba sucediendo—. ¿Quién le dijo eso? ¿Quién sería capaz de mentirle así?

—Pues... —Simba ladeó la cabeza, mirando por encima de Fuli al resto de la Guardia— ellos.

Esta se giró hacia donde el rey apuntaba y los miró con un sentimiento que sus amigos no supieron identificar.

—¿Ustedes? —dijo en un susurró suave y grave, casi atemorizante.

De esta no saldrían con vida.

—¿Qué? ¡No! ¡Claro que no! —Bunga se llevó una pata detrás de su cabeza, rascando su nuca—... Bueno... ¿tal vez? Je, je...

Él miró a sus compañeros en busca de ayuda, a lo que Ono acudió.

—Sí, fuimos nosotros.

Fuli suspiró y se giró nuevamente hacia el rey, con una calma fingida.

—Alteza, ¿le molestaría dejarnos a solas? —miró a sus presuntos amigos con un deje de molestia—... tengo asuntos pendientes que aclarar con ciertos animales —luego volvió a mirar a Simba—. Si no es molestia, claro.

—Está bien. Los dejo para que... charlen —se fue, no sin antes dedicarle una mirada de «buena suerte» a la Guardia.

Cuando ya no hubo rastros del león, la chita los encaró.

—Ahora que se ha ido... ¡¿Me pueden explicar por qué le dijeron al rey que soy la novia de Kion?! —Fuli los fulminó con la mirada, destilando odio en cada fibra de su ser.

Mejor empezaban a rezar.

—Bueno...

—No solo fue al rey... —Bunga tragó seco, comenzando a abanicarse con una de sus patas por el repentino calor— en realidad, se lo dijimos a toda la familia real, y a Rafiki, y a Zazu... y a las demás leonas... y... a todas Las Praderas.

—¡¿QUÉ?! —exclamó nuevamente, abriendo los ojos de par en par— ¡¿Por qué hicieron algo así?!

—Es que queríamos ayudar... —Beshte intentó explicarse.

—¡¿Ayudar?!... ¡¿Ayudar en qué?!

—Ayudarlos un poco a ustedes —Bunga dio un paso al frente, tomando un poco del valor que lo caracterizaba—. Es que los dos se ven tan lindos juntos. Además, creemos que se gustan y quisimos darles un pequeño empujón.

Fuli parpadeó un par de veces, mordiéndose el labio inferior para tratar de frenar el tono carmín que sentía que subía por su cuello hacia sus mejillas.

—En primera, Kion y yo solo somos mejores amigos —por alguna razón, esa idea le revolvió el estómago, pero no supo por qué—. En segundo lugar, esa no es razón suficiente para andar por allí regando un chisme que no es cierto y que no les incumbe. Y en tercer lugar —desvió la mirada de sus amigos, fallando olímpicamente en ocultar su sonrojo creciente—... Kion y yo no nos gustamos.

Ya quisieras que fuera diferente. Hizo caso omiso a la voz en su cabeza que le susurró aquella barbaridad.

—¿En serio? ¿Y por qué te sonrojas? —Ono intervino. Como el de la vista más aguda él notó casi de inmediato que su amiga se coloraba hasta las orejas. Y aunque le fue difícil, admitió que quizás sus amigos tenían razón.

USELD | Un secreto entre los dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora