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La Guardia del León no tenía idea de cómo era que iban a actuar. Simba calmó a Fuli antes de que ella pudiera herir de verdad a Janja, y justo ahora estaban en una conversación solo audible para ellos dos. Ella aún acurrucada debajo del rey.

—Si Fuli es... —Ono se calló, no quería ni mencionar esa palabra—. ¿Lo cambia todo, no?

Bunga se sobaba uno de sus brazos adoloridos, mientras que miraba al par de felinos a lo lejos. Todo estaba en silencio, todo estaba quieto. Nadie, ni siquiera los forasteros, se atrevían a mover un músculo. ¿Qué se supone que debían de hacer ahora? El único que parecía disfrutar este desastre era Janja, que aún sangrando de la mejilla, sonreía.

—No lo sé, Ono. No puedo creer que... No, debe de haber una explicación —Beshte tampoco quería creerlo, simplemente no podía ser verdad. Sus patas dolían por los mordiscos, pero la conmoción había hecho que ponerse de pie fuera más sencillo.

—Y la hay —los tres amigos voltearon al ver que Rafiki se acercaba junto con Makini. No se molestaron en ver si los forasteros notaron su movimiento—. Fuli los necesita a todos ustedes, no pueden dar por sentado que lo que dice Janja sea cierto —miró al rey levantarse poco a poco de la chita—. Pero algo de verdad hay ahí, sino Fuli no hubiera actuado de esa forma.

—¿Pero eso significa que Kion también es...? —Bunga no fue capaz seguir, se interrumpió y observó al mandril—. Kion jamás haría algo como eso.

—Fuli tampoco —dijo Makini, quién se aferraba a su bastón con todas sus fuerzas.

—Y por eso deben averiguar la verdad antes de emitir un juicio —Rafiki sacó un líquido de las frutas que colgaban en su bastón y lo untó en la herida del hipopótamo—. Esto bastará por ahora.

Beshte le agradeció con la mirada y su cabeza volteó hasta su amiga. Fuli ya estaba de pie, se veía atormentada, pero más calmada. La herida en su pierna no se veía nada bien, pero si le dolía no lo demostró cuando dio un par de pasos hacia ellos. Simba la siguió.

Pero antes de que llegaran, Janja se había aclarado la garganta.

—Qué emotivo todo esto. Una asesina que es aceptada por sus amigos —hizo un gesto de conmoción y los forasteros lo imitaron—. Me generan asco. ¿Cómo pueden seguir confiando en alguien así? ¿Y se supone que nosotros somos los que no respetamos el Ciclo de la Vida? —frunció el ceño y recibió unos sonidos de aquiescencia—. Su pasado está lleno de sangre, ¿y aun así la quieren?

—Tú lo haz dicho, Janja —habló Simba, ensanchando el pecho y levantando la barbilla—. Su pasado podrá haber sido de un modo, pero eso no define lo que es ahora ni lo que será en un futuro. Mucho menos si lo que ha demostrado todo este tiempo es que se ha redimido con sus acciones.

Fuli sintió un pinchazo de alivio. Simba... Simba confiaba en ella, aún después de escuchar lo que hizo. Más lágrimas se arremolinaron en sus ojos, pero no las dejó salir. Sería fuerte, demostraría que ya no era esa chita que Janja anunciaba.

La hiena frunció la boca y apretó la mandíbula. Desde donde estaban podían ver que estaba maquinado un plan, cosa extraña de ver puesto tantos años sin usar verdaderamente el cerebro. Una idea se hizo patente en su rostro, pero cuando negó con la cabeza repetidamente, un mal presentimiento se instaló en el pecho de Fuli.

—Solo para que lo sepan —Janja retrajo los labios y mostró sus colmillos y dientes—. Ustedes me obligaron a hacer esto. ¡Ahora!

Todo sucedió muy deprisa. Simba rugió en el preciso momento en el que Cheezi y Chungu empujaban el inerte cuerpo de Kion por el precipicio que colindaba con el río seco.

USELD | Un secreto entre los dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora