capítulo 27

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Bruno no me dice nada, solo me lleva con los ojos vendados en su auto. Lleva cerca de 1 hora manejando y mi trasero duele de estar sentada, Gnomo va sentada en el asiento trasero en una cesta que Bruno compró para ella. Pone algo de música en la radio del auto, suena una canción de Taylor Swift y eso me ayuda a relajarme. Él la tararea y me sorprende, me gusta la idea de que a él siendo un chico tan rudo le guste la música country de Taylor y sus dramas amorosos. Siento un poco de cansancio así que aprovecho este momento para descansar. No sé en qué momento me quedo dormida, pero siento una pequeña lengua mojando mis mejillas, abro los ojos y ya no traigo una venda. Bruno trae a nuestra perrita en sus brazos y una hermosa sonrisa donde ¿qué creen? Están sus lindos hoyuelos.

- Hemos llegado. - me susurra.

Me ayuda a bajar del auto y cuando observo a mi alrededor mi boca se abre ante la belleza que hay frente a ellos. Estamos en un campo de naranjas, hay árboles con grandes frutos y un aroma delicioso.

- Vamos. - me extiende una de sus manos.

Pone a Gnomo en el suelo y ella se desprende a correr, está como loca de un lado a otro ladrando y dando saltos. Me río y Bruno también. Caminamos agarrados de la mano, mientras avanzamos lo veo a veces y él solo mira al frente, parece tranquilo pero a la vez inquieto.
Nos detenemos frente a una manta que está extendida en el pasto, sonrió al ver las cestas que supongo y tendrán comida, un hermoso ramo de flores, tulipanes blancos, una botella de vino y dos copas.

- ¡Que maravilla! - le digo. - Gracias. - lo miro a los ojos y él sonríe.

- Quise hacerte esta pequeña sorpresa. - ahora parece aún más nervioso.

- Es perfecta.

- Tendremos una cita.

Gnomo llega corriendo y se sube sobre la manta, Bruno la regaña y yo río cuando la perra le ladra en respuesta. La cargo en mis brazos.

- Si hubiera sabido que serías tan indisciplinada no te hubiera traído. - se queja mirándola.

- ¿Cómo no vas a traer a nuestra hija? - la beso.

Nos sentamos sobre las mantas y Bruno comienza a sacar todo de dentro de las cestas. Hay manzanas, fresas, uvas, rebanadas de pan y jalea de fresa, un pastel de naranja con nata que se ve delicioso y frutos secos. De otra de las cestas extrae una enorme hamburguesa, me carcajeo y él se encoge de hombros.

- Soy un chico grande, me debo alimentar.

- Ok, ok. - respondo. Observo la botella de vino. - ¿Puedo beber de eso?

- Si. Solo una copa. - sonrío y me emociono.

Estoy riendo tan alto que en este bosque se escuchan mis carcajadas. Bruno también ríe pero está más concentrado en verme a mi que a penas y hace ruido. Gnomo duerme con la panza hacia arriba a nuestro lado. Solo he tomado una copa de vino y creo que estoy peda. Mi cabeza pesa y encuentro todo divertido. Bruno contaba historias de cuando él era niño, las maldades que hacía y cuando estaba en la escuela primaria. Por un momento pienso en cómo hubiera sido mi vida si pudiera haber tenido la oportunidad de crecer como una niña normal. Él nota el cambio en mi semblante y me besa.

- Sabes, hay un lago cerca de aquí. - sugiere.

- No trajimos ropa para eso. - hago puchero. De una de las cestas saca un bikini y yo me carcajeo. - Lo tenías todo planeado. - le digo.

- ¿No me conoces gnomo? - su cara es de autosuficiencia.

- Ok, me cambiaré.

Cuando me intento levantar me da un mareo y caigo hacia adelante sobre mis rodillas. Bruno intenta ayudarme de inmediato pero yo solo río alto.

Inefable: Fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora