Capítulo final parte ll

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Pov Agatha.

Desde el día en que salí de América en ese avión sabía que cualquier cosa podría pasar. Quería aferrarme con todas mis fuerzas a la idea de ver todo de un modo positivo, pero los miedos, la incertidumbre y el pánico de nunca más volver a verlo eran más fuertes, solo veía negatividad.
Mamá estaba callada y aislada, mi abuela seria, como siempre. Yo miraba las nubes y me preguntaba ¿qué se sentirá estar aquí arriba? Esa pregunta me hizo llorar porque, realmente no quería saberlo.

Comenzaron siendo días, días que pasaban y cada día le echaba más de menos, luego se convirtieron en semanas, y cuando me di cuenta ya había pasado el primer mes. Él no preguntaba por mi, al principio me dolía, me hacía sentir poco importante pero, luego, decidí no dejar de confiar. Bruno es ese tipo de chico que prefiere mirar a través del lente de la opacidad, mientras más se esconda de lo que le puede herir, es mejor para él. Lo comprendo, aunque no lo entiendo. Sé que con respecto a la muerte de su hermana lo ha trabajado así también en estos años, llegó a confesarme que del umbral de la entrada del cementerio nunca ha llegado a pasar, por eso, lo comprendí, no sabe afrontar el dolor, y eso no está mal, cada persona vive sus miedos y penas de la mejor manera posible, para su bienestar y tranquilidad.

Quiero volver a casa, eso es algo que tengo claro. El tratamiento ha estado en curso desde el primer día en que llegué a esta maravilla de país. Quisiera un día venir con él, Francia destila amor por cualquier lugar que vayas, y eso que a penas y puedo caminar por las calles. El ejercicio físico es un factor fundamental para mi recuperación, el yoga también ha llegado a mi vida y se siente tan liviano que aveces pienso que soy otra persona, controlando mente y cuerpo en un mismo equilibrio.

Hoy se cumplen 4 meses, pero por alguna razón, me siento triste. Deseo tanto hablarle, pero quiero a la vez respetar su decisión. Day me ayuda dando noticias, siendo una excelente espía según ella, aunque hay fotografías en las que claramente Bruno se ha dado cuenta que las tomaba, ¿mi favorita? En la que frunce el ceño y enseña el dedo corazón.

— Agatha... — mamá entra a la habitación. Estoy sentada ansiosa en el borde de la cama. — Es la hora.

El matiz de temor en su voz no me pasa desapercibido. Mi corazón se acelera y mi respiración se quere atascar, me obligo a recordar cómo debo caminar y mantener la calma, no solo por mi, también por ella. Cuando llego a su lado nos miramos la una a la otra, una intentando aparentar ser más fuerte que la otra, así ha sido esta batalla durante estos meses.

— Todo estará bien. — le digo pero mi voz se quiebra.

— Eres una fuerte guerrera mi niña.

Mamá me abraza y quiero perderme en la calidez de este abrazo por horas. Vamos caminando de la mano. La abuela nos espera al final de las escaleras y sus ojos están brillosos, quizás porque estaba llorando, o porque está triste, lo cual me da un bajón emocional que solo yo sé realmente lo que estoy sintiendo en este momento.

— La doctora Vivi nos está esperando en la consulta.

— Abuela, yo hubiera preferido que nos viéramos aquí en tu casa, es un lugar más íntimo y me siento mejor aquí. — mi abuela toma mi mano y me hace mirarla a los ojos, estoy temblando.

— No estás sola Agatha. — besa mi mejilla. — Será mejor que nos vayamos ya.

El camino al hospital es en silencio. Pego mi cabeza al cristal de la ventanilla y miro a través de ella hacia la hermosa ciudad, tan colorida y vital, justo lo que necesito en mi vida. A ratos veo a mamá viéndome por el espejo retrovisor y le sonrío, pero la sonrisa jamás llega a mis ojos, estos están cansados y decaídos. Bajo la ventana y el viento mueve mi cabello, a casi 8 meses de haber sido dada de acta del hospital después de una vida entera en él, muchas cosas en mi han cambiado, entre ellas, el largo de mi pelo, su brillo y copocidad, es como si él tomara la vida que yo necesito.
Una chica pasa a nuestro lado en el carril de las bicis y me mira, su cabello es rojizo y tiene visibles pecas en su rostro, me sonríe y le devuelvo el gesto. El auto se detiene en el semáforo y ella a mi lado.

Inefable: Fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora