capítulo 5

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Sigo tras de Bruno, él no ha hecho más comentarios raros sobre mi siguiéndolo. Me doy cuenta que no vamos camino a la salida y me detengo.

— ¿A dónde me llevas idiota?

— ¿A ti? A ningún lado. Yo iré a comprar unas cosas que necesito. ¿Por qué me sigues pequeña acosadora? — agacha su cabeza para verme directamente a los ojos.

— No te sigo porque quiera, sabes que necesito ayuda para encontrar la salida. — me defiendo y desvío la mirada.

— Oh bueno, entonces no te queda de otra que esperar a que yo termine de tener mis compras. — ay, lo quiero golpear.

— ¿Qué comprarás? ¿Hormonas femeninas? — decido burlarme.

— Deberías usarlas. — se ríe y luego mira hacia mis pechos. Los cubro inconscientemente.

Mis pechos no son grandes, pero, no son pequeños tampoco, están bien, o al menos eso creo yo, o creía, después del comentario de este imbecil tengo un nuevo complejo desbloqueado.

Bruno entra en un departamento de Giorgio Armani y compra unos perfumes y gel de baño. Lo observo de lejos esperando a que termine de hacer sus compras. Luego entramos a la Adidas, compra unas zapatillas deportivas y calcetines. Estuvo entrando y saliendo de departamentos hasta que se cansó de comprar toda la porquería que se le ocurrió. Mi alarma suena, me toca mi almuerzo, mierda. Él me mira.

— ¿Qué sucede?

— Tengo que irme a casa. — solo digo eso.

— Tengo que pasar antes a la farmacia a comprar condones. — su comentario me hace moverme incómoda.

— ¿No puedes simplemente llevarme a casa y ya está? — que molesto.

— Puedes irte sola si gustas. O si quieres llamo a Lana para que venga por ti...

— No. — lo interrumpo. — Ok, vamos a por esos condones. — se ríe.

Lo espero en su auto mientras él compra los condones. Me detengo a observar a mi alrededor, todo está tan limpio aquí, nunca creí que el auto de un chico luciría así, de hecho, nunca creí que subiría siquiera al auto de algún chico. Sus compras están en la parte trasera junto a partes de un uniforme de fútbol americano, es lo único extraño o fuera de lugar aquí dentro. Suspiro y me recuesto al asiento mientras lo espero. Miro la hora en mi iphone, casi son la 1:00 pm y me tocaba mi almuerzo desde las 12:30, mierda. No es que tenga que comer exactamente a esa hora, pero, por los medicamentos que ingiero necesito nutrir mi organismo cada cierto tiempo, por eso la doctora puso horarios que debo de cumplir. No me doy cuenta cuando Bruno llega y mucho menos había notado el recipiente con una ensalada de verduras que traía en las manos. Lo extiende en mi dirección, no sé que hacer o como actuar, no entiendo a este chico.

— Toma niña. — me dice indiferente.

— ¿Por qué haces esto?

— ¿Comprarte el almuerzo? — pregunta como si mi pregunta hubiera sido estúpida ¿no lo fue cierto?

— Si.

— Ay por Dios, es solo un almuerzo, no hagas alboroto de eso niña loca.

— No me llames más loca. — lo fulmino con la vista. Saca un cigarrillo. — ¿No pensarás fumar aquí dentro cierto?

— Es mi auto, hago lo que se me ocurra. — y el muy tarado enciende el cigarrillo.

— El humo me hace daño.

Se queda en silencio unos segundos, no dice nada, ni siquiera me mira, solo, se queda así, como estatua. Luego me sorprende arrojando el cigarrillo por la ventanilla, cerrando ambas y encendiendo en aire acondicionado. Pone el auto en movimiento y el trayecto a casa es en silencio mientras yo como la ensalada y él toma agua en ocasiones pero, en ningún momento voltea a verme o dice algo al respecto.

Inefable: Fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora