Capítulo 1

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— Buenas noticias Agatha,  mañana vuelves a casa.

Música para mis oídos. 13 años, ¡Dios! 13 largos años teniendo como despertar medicamentos en vena, opioides, soportando el olor esterilizado de hospital, viendo entrar y salir doctores de mi habitación, pruebas y más pruebas, experimentos fallidos, en fin, 13 años de mierda. Escuchar a la doctora Phoebe decir que mañana tendré la posibilidad de volver a sentir la libertad de vivir sin pensar en que los sueros son insuficiente para mi hidratación, no vendrá una enfermera con cara de lástima a entregarme mi acostumbrado cóctel de 11 tipos diferentes de medicamentos, a partir de ese día, 12 de septiembre, podré catalogarme como una chica normal, o al menos eso pienso yo.

— Ya era hora. — digo con mi característico humor.

— Agatha, hija, me alegro mucho por ti.

Mierda, la peor parte de decir adiós a este hospital es dejarla a ella, Nora Ruiz, mi compañera de "aventuras" por así decirlo. Nora ha sido como una segunda madre para mi, llegó a este hospital dos años después de yo ser internada, recuerdo que para mi cumpleaños número 6 llegó con las esperanzas pérdidas y el corazón apagado, me acerqué a ella, sonríe y le dije: al fin una amiga.
Su sonrisa fue tan hermosa que supe que ella estaría aquí para mi, para cuidarme, ya no sería la niña solitaria que solía ser.

— Me duele irme y dejarte aquí — las lágrimas quieren salir.

— ¿Estás loca? ¿y dejar que nuestros años de rezos hayan sido en vano? Ah, no mocosa, usted se va a casa a ser una adolescente normal. — me dice riendo, pero la tristeza en sus azules ojos es evidente.

— Eres muy importante para mi Norita— lloro. — Te prometo que vendré siempre que pueda a verte, jamás podré olvidar a la persona que más ha significado para mi en estos últimos 11 años. — Nos abrazamos.

— Sabes que eres la hija que no se permitió tener mocosa. — acaricia mi cabello. — Te ha crecido — se refiere a él.

Cada tres años mi cabello tenía que desaparecer, lo cortaban para poder realizar estudios en mi cabeza, estudios de alto riesgo que podrían suponer el fin para mi, pero no se si fue por las plegarias de mi madre, o de Nora o simplemente porque los doctores son realmente buenos, pero, aquí estoy, viva. Puede que sean ideas que me hago, pero siento que mi cabello es cada vez más dorado, siempre que nace mi pelo virgen se ve más rubio y más coposo.

— Si, ya llega a mis hombros. — Lo toco y juego con él.

— Nuestra Aurora se nos va.

Lara, una de las enfermeras que me ha atendido desde mi ingreso al hospital llega a nuestro lado, sus ojos están cristalizados. Me llama Aurora en referencia a la bella durmiente, asegura que nos parecemos mucho y más aún por el dorado de mi cabello y porque siempre andaba dormida, es que, no había nada más que hacer aquí.

— No me lo creo. — digo.

— Que buen regalo de cumpleaños, ¿no crees? — me dice mientras me entrega los medicamentos que me tocan ahora en la noche.

— Si, mis 17 años los cumpliré en casa. — me emociono.

Siempre soñé con un cumpleaños normal, no cuento los que cumplí hasta los 4 años que fue justo el último que celebré junto a mis amigos del kinder, me refiero a uno en el que tuviera uso de razón, amigos reales.

— Tu madre llega mañana a primera hora, casi muere cuando recibió la noticia. — me dice Lara.

— La que podría morir soy yo, aunque eso no sería novedad para mi. — me río, sólo que mis acompañantes no comparten el chiste conmigo.

Inefable: Fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora