8° Capítulo: NO PUEDE SER ÉL

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Por la mañana me levanto muy temprano, me coloco el vestido más coqueto qué tengo, y salgo a desayunar.

Mi padrastro, como de costumbre, ya está sentado en la mesa con su pan caliente, mientras espera su vaso de café. 

Con disgusto, me acerco a la mesa para tomar una rebanada de pan, con la intención de salir de ahí lo más pronto posible. Pero Leonel aprovecha mi cercanía para tocar mis piernas, no sé ni cómo, pero me arme de valor, cerré el puño de mi mano y le lance un puñetazo en la cara, haciendo que su cuerpo caiga en el respaldar de la silla, él comienza a quejarse de dolor para llamar la atención de mi madre, pero ella nunca salió de la cocina, a lo que Leonel se levanta de la mesa con furia colocándose al frente de mí. 

—Te aseguro que esto no se quedará así. Esto me lo pagarás… —amenaza con voz fuerte.

—Te aseguro que yo tampoco… —respondo con el mismo tono de voz.

Su rostro se comienza a enrojecer con enfado, sus manos se enrollaron y su nariz se ensanchan, sé lo que significa eso, él se acerca aún más donde estoy, y por instinto voy dando pasos hacia atrás con terror, su fuerza es mucho mayor y sé que un golpe suyo en mi rostro me puede dejar un ojo morado. 

Pero antes de que pudiese decir o hacer algo, mi madre sale de la cocina con el vaso de café caliente, y se nos queda viendo, su rostro se torna blanco y su mano comienzan a temblar, sospechando que algo grave está por pasar. 

Leonel, quien está que no lo calienta el sol, voltea a verla con enojo para después gritarle con autoridad.

—¿Usted dónde demonios estaba? Hace ratos que te estoy llamando y tú no apareces.

—Yo estaba… —tartamudea mi madre con miedo, viéndome a la cara, y sé que en el fondo me culpa por la mala conducta de su marido. 

—¿Cuántas veces te he dicho que si estoy sentado en la mesa es porque tengo hambre y quiero que me sirvas de inmediato? —increpa él sentándose de nuevo en la silla. 

—Perdón, el agua no estaba lista… —se justifica ella acercándose a la mesa, no sin antes mirarme de arriba a abajo con enfado. 

Leonel se queda callado, esperando a que su esposa le sirva el café, y le coloque sus cucharadas de azúcar en el vaso. 

El poco carácter de mi madre, así como su poca autoestima, me enfurece. Tomando la rebanada de pan de la mesa y sin volver a ver a nadie, salgo de la casa.

Ya afuera acomodo mi vestido y me suelto el cabello, con la intención de dirigirme a la iglesia, no es que me quiera rezar el rosario o volverme santa, simplemente quiero volver a ver al guapo sacerdote. 

Al entrar, el silencio me asusta, pero la tranquilidad me reconforta. Siempre en este lugar me sentía en paz conmigo misma. No había hombres con ojos morbosos que no te dejaban de mirar, mujeres semidesnudas seduciendo a hombres desconocidos, o chiflidos de hombres eufóricos ante un espectáculo en el night club.

Adentro, en ese pequeño lugar, me siento bien, aquí no hay que aparentar nada, solo ser yo.

—¿Quieres confesarte? —dice un hombre con voz tierna que al volverlo a ver, puedo ver que es el joven sacerdote del día anterior.   

—Disculpa —respondo al haber escuchado quizás mal. 

A lo que él baja la mirada con algo de pena, mientras su rostro se va poniendo de color rojo. 

Su actitud inmadura me hace reír, al ver cómo él se comporta delante de mí, es totalmente diferente a todos los hombres que yo conozco. Parece que le tuviera miedo a las mujeres, como si nunca hubiese estado cerca de una y la sola presencia de una lo hace desmayarse en el acto.

—Hola. Soy, Virginia, Virginia Ríos… —saludo estirando la mano.

Él me vuelve a ver y me devuelve el saludo. 

—Hola. Yo soy Ángelo, pero todos me llaman el padre Ángelo.

—Mucho gusto —digo apretando su mano y siento una pequeña corriente, que al parecer él siente y aparta su mano de inmediato.

Ambos nos vemos fijamente y puedo ver que se ha puesto colorado.

“Se ve más guapo y tierno”  

—Ven, siéntate a mi lado. —le ofrezco dándole espacio a mi lado.

A lo que él obedece.

“Qué lindo, salió bien obediente el Padresito”

—Discúlpame por mi actitud, pero es que en el seminario no había muchas mujeres, ¿ya sabes…? —comienza a decir con la intención de disculparse.  

—Sí, me lo imagino —susurro imaginando aquel lugar, lleno de hombres y sin nada de diversión, donde se la pasan estudiando y rezándole a ese Dios. — ¿Qué te inspiró para convertirte en sacerdote? —pregunto con curiosidad. 

Su actitud cambia casi de inmediato, se pone de pie y me da la bendición. 

—Creo que me tengo que ir… —dice señalando la puerta del frente.

—pero… ¿Por qué? —interrogo, pero él no me escucha, alejándose aún más.

Aún no comprendo el porqué de su actitud, si para mí la pregunta era muy sencilla de responder.

—Ángelo, por favor detente… —Vocifero detrás de él.

Ángelo no se detiene, acelerando su paso, para después entrar a la sacristía, lugar donde solo ellos pueden entrar.

—Qué tipo más raro —susurro mientras giro mi cuerpo hacia otro lado y me alejo del lugar. —creo que vendré más seguido para hacerle la visita.

Mientras camino de regreso a casa contemplo todo a mi alrededor, a los niños jugando en el parque de juegos, a los novios besarse en la banca del parque demostrando lo bien enamorados que están. Y eso me hizo recordar a Gonzalo, a aquel exnovio, qué me dejo por no querer darle lo más apreciado para una mujer.

Y como dárselo, si él era un tipo celoso y manipulador. Que solo quería que yo hiciera lo que él dijera. Para eso yo no estoy, suficiente tengo con Leonel para qué meterme con otro con las mismas intenciones.

“Aunque pensando bien, si yo lo hubiera querido de verdad me hubiera entregado a él, pero no lo hice”

Al llegar al portón de la casa, puedo ver cómo mi hermana Netya está a la par de un hombre que se me hace muy familiar, ambos se besan con pasión y se agarran de la mano, para después tocar el timbre de la casa. 

Despacio, me voy acercando para verlo mejor. Cuando lo reconozco mi mundo se paraliza, las piernas me flaquearon y mi corazón se detiene por un momento. 

—Esto no puede ser, debo estar soñando. —balbuceo sin dejar de mirarlo, rascándome los ojos para verlo mejor.

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VIRGEN PERO NO SANTA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora