22° Capítulo: EL GRAN CONSEJO

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VIRGINIA

Veo cómo Ángelo y Gustavo se alejan, y una paz me recorre dentro de mí al saber que Leonel ni siquiera notó el alboroto que ambos hombres causaron; de lo contrario, las cosas se habrían complicado. Mientras se alejan, no puedo dejar de pensar en lo ocurrido. Fue sorprendente ver a Ángelo escondido entre los árboles, espiándonos, «obviamente vio cuando abrace a Gustavo, aunque solo le estaba agradeciendo por encontrar ese anillo que creí perdido, seguro a Ángelo le dio celos esa escena. Debo reconocer que al observarlo a la distancia, me alejé de inmediato de Gustavo, sentí que hice mal en abrazarlo». Al suponer en eso último, inconscientemente, muerdo mi labio inferior con una sonrisa coqueta. En el fondo, siento que todo lo que hizo fue porque me quiere tanto o más de lo que yo a él.

Nunca imaginé que actuaria de esa manera. Siendo honesta, lo había imaginado un hombre más tranquilo debido a su vocación, pero debo admitir que me gustó. Era evidente que estaba celoso; la rabia que se le notaba a kilómetros de distancia era más que clara. Pienso que en el fondo es un hombre rudo, aunque su lindo rostro es de un ángel y de ser muy tranquilo.

Con una sonrisa tonta en mi rostro, entro a la casa. Ya luego iré a verlo, cuando se encuentre más calmado. Creo que se fue bastante pensativo, y me imagino que se debe sentir mal por lo que hizo, y así como por el beso que le di. No pude evitarlo; moría por besarlo, aunque solo sucedió una vez. No quiero que piense que soy una facilona o algo parecido, mejor llevar las cosas con calma, a su ritmo.

Me dirijo a mi habitación, de pronto, el ruido en la cocina llama inmediatamente mi atención, camino hacia allá. Al llegar me encuentro a mi madre preparando el desayuno. Verifico la hora en mi reloj de mano, se supone que debió de haberse ido temprano a trabajar, dejándonos a cargo el desayuno a Netya y a mí.

—Buenos días, cariño —saluda mi madre sin voltear a ver, mientras continúa haciendo el café. —Ve y siéntate en la mesa. —ordena sin mirarme aún.

—Buenos días… —contesto confundida y mirando a mi alrededor, pues mi madre nunca me había tratado cariñosamente, lo había dejado de hacer hace mucho tiempo atrás, «seguro me confundió con asqueroso de Leonel» pienso de inmediato, mientras me dispongo a ayudar a servir la mesa como de costumbre. —Pensé que estarías en el trabajo. —digo acomodando los platos.

—Te dije que te sentaras en la mesa —Gruñe mi madre molesta volteando a verme.

Al verla me quedo en shock, su rostro inflamado, un ojo morado y los labios con rastros de sangre. Ella, al ver mi asombro, bajo la cabeza y se cubrió de inmediato con el cabello.

—Ve a la mesa, Virginia, yo me encargo de todo —siseo con tono serio.

Me acerco molesta por su tono y por lo que me está ocultando.

—¿Qué fue lo que te pasó, mamá? —cuestiono moviendo uno de los mechones qué cubre su rostro, haciendo caso omiso a lo que ella me había dicho segundos antes.

—No es nada… —Responde con nerviosismo alejándose de mí.

—¡¿Cómo que no es nada?! —vociferó retumbando la casa —Estás toda… —y antes de que pudiese terminar de hablar, la voz de Leonel interrumpe en la cocina.

—Ya tu madre te dijo que no era nada, deja de gritar o vete a tu habitación —escucho que dice.

Furiosa, volteo para verlo y el maldito se queda parado sosteniéndose de su bastón, con una sonrisa maliciosa, miro a mi madre, que no voltea a verlo, ni a recibirlo efusivamente como de costumbre, de inmediato entiendo lo que ha pasado aquí. El maldito se atrevió a ponerle una mano encima y para el colmo mi madre está como si nada.

VIRGEN PERO NO SANTA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora