Capítulo 35

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VIRGINIA

Estoy esperando a Ángelo en la entrada de la casa, ya lista para irnos. Miro el reloj y me digo que solo han pasado diez minutos desde que debería haber llegado, pero siento que han sido veinte. Me apoyo contra la pared, cruzando los brazos, mientras intento mantener la paciencia. Finalmente, aparece.

—¡Perdón por la demora, Virginia! —dice, casi sin aliento, mientras se acerca al coche.

—No pasa nada —respondo, pero no puedo evitar sonar un poco seca. Ya quiero terminar con esto y regresar.

Nos subimos al auto, y apenas estamos en camino cuando suena el teléfono de Ángelo. Lo mira y lo contesta de inmediato, sin siquiera preguntarme.

— ¿Qué pasó, hermano? —dice, sonriendo como si nada.

Respiro profundo, mirando por la ventana, mientras escucha su conversación sobre algo de trabajo, nada que no pueda esperar. La zapatería no está lejos, pero con él distraído, el trayecto se siente eterno.

Llegamos, y bajo del auto en cuanto estaciona. Pero en lugar de seguirme, Ángelo se queda ahí, pegado al teléfono.

Llegamos, y bajo del auto en cuanto estaciona. Pero en lugar de seguirme, Ángelo se queda ahí, pegado al teléfono.

—Ya llegamos —le digo, tratando de llamar su atención.

—Sí, sí, voy en un segundo... —dice, cubriendo el micrófono con la mano. Luego vuelve a su charla como si fuera lo más importante del mundo.

Camino hacia la entrada del local, molesta. ¿Para qué me acompaña si se va a quedar todo el tiempo hablando? Entro sola, y mientras busca los zapatos, lo veo por la ventana del escaparate, todavía con el teléfono pegado a la oreja. Siento que la paciencia se me agota.

Finalmente, salgo de la tienda con los zapatos en la mano, y él sigue hablando sin prestarme atención. Me subo al auto y me quedo sentado, sintiendo cómo la sangre corre veloz por mis venas, consumida por la cólera.

—Tu silencio dice mucho —afirma Ángelo con una sonrisa, después de colgar.

—Vamos, te llevo a mi departamento.

—No quiero ir a tu departamento, quiero ir a mi casa —refunfuño cruzando los brazos y tirando mi cuerpo hacia atrás hasta tocar el asiento mientras continúo mirando hacia el frente, donde solo se mira un sinfín de autos estacionados a la espera de sus dueños.

Él sonríe ante mi acto de rebeldía, sabía que me estaba portando como una niña chiquita a las cual le habían quitado su juguete. Pero no quería darme por vencida, sabía que Ángelo me acultaba algo y mi orgullo no lo quiere aceptar.

Él toca mi mentón con su mano, y lo mueve suavemente para que lo vuelva a ver con esos ojos  como el cielo.

Muerdo mi labio inferior por lo guapo que es y como se ve, a veces creo que es un sueño que él sea mi novio y pronto mi marido.

Como si de una película se tratará, él se va acercando lentamente a mi boca, dándome pequeños besos en mis labios, al principio los mantuve cerrados como señal de enfado, pero poco a poco termine cediendo ante sus encantos.

Con el paso del tiempo los besos fueron incrementando, nuestras respiraciones incrementaron, él lleva una de sus manos hacia mi cuello, para pegarme aún más a su boca. Sus labios se sienten suaves y cálidos, enviando una ráfaga de calor por todo mi cuerpo, eso hace que se me erice la piel.

Finalmente, se separa un poco, mirándome con esa calma que siempre tiene. Me habla en voz baja, casi como un susurro:

—Confía en mí, cuando veas lo que te tengo preparado, entenderás las llamadas.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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VIRGEN PERO NO SANTA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora