2 Capítulo: DESGRACIADO

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—¡Cállate, que se va a despertar tu linda madre! —me susurra mi padrastro con un tono siniestro, mientras intenta con la otra mano tocar mis pechos.

Su boca está tan cerca de mi rostro, que me es posible oler su aliento repugnante, una mezcla de alcohol y tabaco que me provocan ganas de vomitar. Él logra subir encima de mi cuerpo con determinación y rapidez que me causa terror.

—¡Aléjate de mí, maldito asqueroso, déjame en paz! —intento gritar, pero no se escucha como quisiera, porque aún tengo su asquerosa mano sobre mi boca, mientras forcejeo logro sentir su pene erecto por encima de mi ropa, a lo que él intenta sacar su mano de mi boca para tocar mi glúteo.

Golpeo, pateo, tiro y jalo, pero mis esfuerzos por alejarlo son en vano. Leonel, mi padrastro, es una masa de grasa, su cuerpo gordo y pesado me mantiene atrapada en un infierno de pesadilla.

—Vamos, Virginia, solo relájate. No hay nada de malo en disfrutar del momento. Estoy seguro de que te va a encantar. No te resistas.

Mi ceño se frunce con furia ante sus palabras, mientras continúo luchando por un poco de espacio. Su cuerpo pesado me oprime robándome el aire, y mis pulmones parecen estar al borde del colapso.

—¡Quítate de encima, o llamaré a mi madre! —grito con dificultad, luchando contra la presión.

De repente, su expresión cambia bruscamente. Ahora está enojado, su semblante serio, y su mandíbula tensa. Podía ver cómo inhala y exhala rápidamente, lleno de una ira contenida.

—Hazlo, y veremos a quien le cree. ¿A una golfa que llegó a altas horas de la noche de quién sabe dónde, o a mí, su querido esposo? —responde con un tono venenoso y una sonrisa perversa.

Me quedé sin palabras, sus amenazas me habían dejado sin aliento. Mi mente corría a mil por hora, tratando de encontrar una respuesta adecuada. Repentinamente, reuní toda la fuerza que pude y empujé contra su pecho, pero en lugar de alejarse, él se acercó aún más a mi cuerpo, como si estuviera decidido a mantenerme bajo su control sin importar el costo.

—Ah, sí cierto, la mujer aquí presente, estaba bien dormida en su camita, como todo una princesa Disney que es… No, no, espera, estoy equivocado, hoy fuiste a estudiar con los amigos en el bar. —Gruñe mirándome a los ojos.

—¡Sí, fui al bar!, ¿y qué? —respondo, tratando de ocultar el miedo que recorre mi cuerpo tras mis palabras desafiantes.

Él estalla en risas casi de inmediato, luego me observa con una mirada llena de malicia.

—Me pregunto que dirá tu madre cuando se entere de eso. —anuncia, desviando su mirada hacia mis pechos. —En realidad, ¿qué me importa lo que haga esta zorra? —balbucea para sí mismo con malicia antes de besarme a la fuerza con brusquedad. En un momento de valentía, aprovecho la proximidad y en medio de su confusión, hundo mis dientes en su labio inferior, sintiendo el gusto metálico de la sangre en mi boca. Su cuerpo se aparta bruscamente, y sin pensarlo dos veces, lanzo una patada precisa a sus testículos. Su grito de agonía llenó el aire, mezclándose con mis propios sollozos de desesperación.

Finalmente, logro liberarme de su asfixiante agarre cuando instintivamente lleva sus manos a la zona donde le di el golpe. Retrocedo hacia el borde de la cama mientras lucho por recuperar el aliento.

—¡Eres una maldita puta descarada! —ruge, su voz llena de rabia que me hiela la sangre. Se levanta de la cama con dificultad, su rostro retorcido por la furia. —Pero ya vas a saber quién soy yo… —gruñe, levantando su mano para abofetearme. Cierro los ojos, preparándome para el impacto que sé que vendrá, mientras mi mente lucha por mantener la compostura en medio de la tormenta. Sin embargo, al abrirlos, veo que Leonel mantiene su mano en el aire. Desafiante le digo:

VIRGEN PERO NO SANTA #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora