-Cap 3-

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Tirando fuera de mi armario mi Hoddie negro con flores y pantalon de algodón blanco, me mordí el labio nervioso.

Era simple y lindo, me encantaba, pero nunca me había puesto algo así delante de Iván, mi jefe.

Se sentia raro.

Mi mirada se posó en el traje más formal que se encontraba más al fondo del armario, pero luego recordé lo que Iván me había dicho ayer antes de irme de la empresa.

-No te vistas como mi asistente. Ponete algo que usarías para salir con alguien, no algo que usarías para una reunión de trabajo.

Volví a mirar la ropa que sostenía y le di un firme asentimiento. Sí, esto serviría. Me pondría un poco de bálsamo labial, ya que mayormente siempre se me secaban los labios, agregaría un collar de perlas que tengo por ahí, tal vez rizaría las puntas de mi cabello y lo dejaría ser. Primero, necesitaba ducharme.

Soltando un suspiro, me llevé una mano al estómago revuelto. Las primeras citas siempre eran angustiosas, pero esta no era una cita real, así que técnicamente no tenía necesidad de ponerme nervioso. No había presión para impresionar, no me preocupaba que esto pudiera terminar siendo una pérdida de tiempo, no había necesidad de preocuparme por si a mi cita le gustaría o no cómo me veía.

Además, este no era un extraño, lo conocía bastante bien. Sin embargo, estaba tan nervioso.

Bueno, no todos los días un chico tenía una cita falsa con su futuro esposo falso. No requeriría ninguna habilidad de actuación de mi parte parecer atraído por él. Solo esperaba que creyera que era un acto, porque no quería que supiera sobre el pequeño enamoramiento que había hecho un trabajo increíble al ocultar hasta ahora.

¿Y cómo sabía que él no tenía ni idea de eso?

No había encontrado un nuevo AP. Iván no mantenía a los hombres y mujeres alrededor que lo miraban soñadoramente. Con suerte, haría un buen trabajo ocultándolo cuando viviéramos juntos.

Dios, ¿Realmente me iba a casar con Iván? ¿Realmente iba a estar frente a un oficiante con él dentro de seis semanas? ¿Realmente iba a ser su esposo falso durante todo un año?

Sí, aparentemente lo iba a hacer. Doce meses parecía mucho tiempo, pero en realidad un año podría pasar volando. Cada vez que llegaba la Navidad, a menudo no podía creer que ya fuera...

Llamaron a la puerta.

Suponiendo que era muy probable que fuera Slime, ya que nadie me había llamado por el intercomunicador, dejé con cuidado mi atuendo sobre la cama, salí de la habitación y me dirigí a la puerta principal. Miré por la mirilla por costumbre. La tensión se apoderó de mí, pero seguí mirando porque tenía que estar alucinando, tenía que estarlo. No había forma de que hubiera averiguado dónde vivía y luego hubiera caminado penosamente hasta aquí.

Tomás volvió a llamar y se ajustó la corbata con la mano libre.

Di un paso atrás y me pasé los dedos por el pelo. No podía imaginar qué lo traería aquí, y no estaba seguro de querer saberlo. Podría ignorarlo, por supuesto, pero solo volvería. Tomás era terco.

Quité el seguro y abrí la puerta. La boca de Tomás se curvó.

-Hola, Rodri.

-¿Cómo entraste en el edificio? -Pregunté, sin sentirme tan amable.

-Estaba a punto de llamarte cuando alguien abrió la puerta principal para salir del complejo. Me deslicé dentro antes de que pudiera cerrarse. -Dio un paso lento hacia adelante. -Esperaba que pudiéramos hablar.

-¿Hablar?

-¿Puedo entrar?

-Tengo un sitio a donde tengo que llegar rápido.

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