-Cap 29-

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Caminando por el camino hacia la puerta de la casa de mis padres adoptivos, parpadeé con los ojos llorosos.

Dios, me sentía fatal. Me había despertado con una maldita resaca de la noche que tuve con mis amigos. A pesar de haber tomado pastillas para el dolor tres veces durante el día, mi cabeza seguía palpitando hasta hace aproximadamente una hora.

Germán había organizado una reunión en su casa anoche e invitó tanto a Slime como a Laura. Mario había insistido en venir, diciendo que se sentía "excluido". Como yo anticipaba una noche de beber vino, ver películas y divertirnos, le dije que era bienvenido a quedarse.

Si hubiera sabido que era una fiesta de lencería, le habría instado a que se quedara en casa. Germán, tan descarado como siempre, no le advirtió a él ni a nadie más.

El pobre hombre se llevó la sorpresa de su vida cuando un chico entró a la casa con un perchero lleno de lencería sexy y una variedad de juguetes sexuales. Salió tan rápido que me sorprendió que sus zapatos no dejaran marcas de deslizamiento en el suelo.

Nos divertimos muchísimo: comimos, bebimos, nos reímos y examinamos la lencería y los juguetes sexuales. Iván me recogió más tarde, negándose a dejarme tomar un taxi a casa. Luego pasamos un buen rato en la cama. Considerándolo todo, había sido una buena noche.

Laura me había enviado un mensaje de texto antes, pidiéndome que pasara por su casa de camino a casa desde el trabajo. No había especificado por qué, pero me aseguró que no era nada malo. Con la esperanza de que fuera cierto, usé mi llave para abrir la puerta y llamé su nombre.

Pocos momentos después, élla apareció en el pasillo y me sonrió.

-Hola cariño. -Dijo con una ceja fruncida. -¿Iván no está contigo?

-Está en una reunión, pero terminará pronto. Alexby fue a buscarlo y lo traerá directamente aquí. -Respondí.

Tubbo salió corriendo de la sala de estar con un alegre grito y me abrazó la pierna.

-¿Trajiste a tu nuevo gato? -Preguntó emocionado.

Sonriendo, le despeiné el cabello.

-No pude. Probablemente se pelearía con Raspy. Mi chico tiene una actitud rebelde.

Hizo un puchero y soltó mi pierna.

-Quiero verlo.

-Lo traeré de visita algún día, te lo prometo.

Laura y yo nos dirigimos hacia la sala de estar mientras continuábamos la conversación.

-¿Cómo está Barry? -Preguntó.

-Bien. -Respondí. -Aunque el está totalmente obsesionado con Iván.

Laura sonrió.

-Me di cuenta de eso cuando te visitamos el lunes por la noche. No parece saber qué hacer con tanto amor felino.

-Él se queja de Barry, pero le gusta. Puedo verlo. -Comenté. Trabajé desde casa el lunes y el martes para que Barry no estuviera solo, aunque en realidad nunca estaba completamente solo. El equipo de limpieza venía todos los días y las mujeres se aseguraban de que estuviera bien cuidado.

Sin embargo, Barry nunca buscaba compañía a menos que fuera Iván. El lo adoraba y constantemente se frotaba contra él. Aunque, me había ronroneado una vez. Solo un poco.

Mario levantó la vista desde el sillón.

-Oye cariño. Maldita sea, te ves mal.

Le di una mirada asesina.

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