-Cap 7-

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-Hola, príncipe. -Dijo Etoiles, su boca se curvó ligeramente. Su sonrisa a menudo tenía un tinte burlón, pero afortunadamente no cuando me miraba.

Cuando era niño, acepté automáticamente la presencia de las otras personalidades de mi padre, o alteraciones, como se las llamaba.

Había jugado con el joven Santi. Hornee galletas con la muy maternal Baghera. Me escondí detrás de Etoiles mientras él le gritaba a quien quiera que nos hubiera molestado a Daniel o a mí, que a menudo era mi madre. Y no había pensado nada sobre eso, había sido la norma para mí. Hasta que me fui a vivir con Laura y Mario.

Me habían educado sobre el trastorno de identidad disociativo, o TID, por lo que sabía lo suficiente al respecto para comprender que no tenía por qué tener miedo. Los alters de Daniel no tenían distintos grados de peligro. Eran sus protectores, en cierto sentido.

Se habían desarrollado para ayudarlo a lidiar con el horrible abuso que había sufrido cuando era niño, cuando intentó disociarse de él, y le hicieron posible sobrevivir. Había tres "personas" dentro del equipo de Daniel: Santi, que tenía ocho años, Baghera, que tenía veintisiete, y Etoiles, que tenía veintiséis. A diferencia de algunos casos de DID, interactuaban internamente entre sí. Incluso tenían una especie de co-conciencia, lo que significaba que, aunque solo un alter sería dominante a la vez, los demás estarían al tanto de lo que estaba sucediendo. Parecía hacer las cosas menos confusas para ellos.

Etoiles señaló con la barbilla a Iván.

-Así que este es el tipo del que hablaste, ¿Eh?

Asentí.

-Este es el chico.

Etoiles estudió su rostro.

-Él no te habló de mí. -Adivinó correctamente. Me devolvió la mirada. -¿Y de Santi? ¿O Baghera? ¿Nos mantuviste a todos en secreto? -Él gruñó. -Eso no es agradable.

-Sí, bueno, tú tampoco la mayor parte del tiempo.

Él se rió disimuladamente.

-Yo nunca soy agradable.

Etoiles no era cruel ni malvado, pero tenía una actitud bastante susceptible y era demasiado protector. Podría ser violento con aquellos a los que consideraba una amenaza; lo había presenciado de primera mano.

Me volví hacia Iván.

-Deberías irte. -Etoiles podría ser extraño si sintiera que tenía que competir por mi atención. Quizás porque no aparecía a menudo y yo era la única persona con la que le gustaba interactuar.

Una sonrisa burlona curvó la boca de Etoiles mientras miraba a mi jefe, que no se había movido ni un centímetro.

-Aw, él no se quiere ir. Le preocupa que te lastime. Que dulce. -Etoiles se hundió en la silla del comedor y estiró las piernas, completamente relajado.

-Estaré bien. -Le dije a Iván

-Te creo. -Se apoyó contra el marco de la puerta, dejando claro que no iría a ninguna parte.

Dios.

-Realmente deberías irte. -Pero no lo hizo. Etoiles se rió.

-Parece que no podrás manejar a este. -La molestia revoloteó a través de mí. La cosa era... tenía que velar por esa molestia, de lo contrario, Etoiles saltaría en mi defensa y echaría a Iván. Oh, claro, encontraba a Iván divertido por ahora. Eso podría cambiar en un instante. Etoiles era un personaje voluble.

Lo mejor que podía hacer era ignorar a Iván por completo con la esperanza de que Etoiles, satisfecho de tener toda mi atención, también lo ignorara.

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